Recuerdo una frase de Mario Benedetti en un programa de la televisión española de los años ochenta, cuando al ser consultado sobre la postmodernidad, contestó que pensar la postmodernidad desde América Latina era una obscenidad. Desde su evidente militancia en una idea de Latinoamérica bastante clara, Benedetti entendía (entiende) que cuando aún susbsisten problemas básicos en la vida de muchos habitantes de nuestro continente, el simple ejercicio de debatir sobre las condiciones de la sociedad post-industrial es un insulto a quienes viven (?) con menos de un dolár al día.
Esa frase, que en aquel momento hice mía, ha ido mutando en su significado para mí, así como ha ido adquiriendo matices y connotaciones que estoy seguro no estaban en el fondo de lo que quiso decir Benedetti.
En los últimos meses, he vuelto a rondar la frase y algunos de los significados, a raíz de algunas lecturas y reflexiones en torno al futuro de BiblioRedes. La razón de este retorno es bastante sencilla: cuando aún en Chile hay tantas personas desconectadas, reflexionar sobre la Web social (o 2.0) pareciera, parafraseando a Benedetti, una obscenidad. ¿Es posible hablar del poder de la blogosfera chilena cuando según la última medición de la brecha digital en nuestro país casi el 60% de la población está fuera de la Red? ¿Cuán significativo es twittear desde nuestra realidad cuando más de 2 millones de chilenos y chilenas no saben que comerán mañana? No tengo las respuestas para estas preguntas, pero resulta importante no dejar de hacerlas (hacérmelas).
Una salida fácil sería quizá caer en un discurso moralista: cuando hay necesidades básicas por cubrir, una sociedad no se puede dar el lujo de dedicar parte de sus energías a reflexiones y modos que representan a las sociedades más desarrolladas. La alternativa opuesta, igual de fácil, es creer que en la medida que Chile se tecnologice y haga uso intensivo de la tecnología, más rápido se convertirá en un país desarrollado. Pero claramente, esta situación no es de blanco o negro, y se requiere por tanto reconfirmar que en nuestro país, la brecha digital es quizá la más nueva expresión de brechas anteriores. Por ello, junto a quienes no tienen que comer, conviven diariamente los chilenos hiperconectados e hiperglobales. Las preguntas que adquieren relevancia en este contexto son (o por lo menos en el contexto de BiblioRedes, que aspira a ser un medio equitativo de acceso a Internet para los ciudadanos que no pueden acceder por medios propios): ¿Cómo lograr que cada vez más chilenos y chilenas se conecten y participen de las redes de Internet? ¿Por qué es importante que ello ocurra?
Esa frase, que en aquel momento hice mía, ha ido mutando en su significado para mí, así como ha ido adquiriendo matices y connotaciones que estoy seguro no estaban en el fondo de lo que quiso decir Benedetti.
En los últimos meses, he vuelto a rondar la frase y algunos de los significados, a raíz de algunas lecturas y reflexiones en torno al futuro de BiblioRedes. La razón de este retorno es bastante sencilla: cuando aún en Chile hay tantas personas desconectadas, reflexionar sobre la Web social (o 2.0) pareciera, parafraseando a Benedetti, una obscenidad. ¿Es posible hablar del poder de la blogosfera chilena cuando según la última medición de la brecha digital en nuestro país casi el 60% de la población está fuera de la Red? ¿Cuán significativo es twittear desde nuestra realidad cuando más de 2 millones de chilenos y chilenas no saben que comerán mañana? No tengo las respuestas para estas preguntas, pero resulta importante no dejar de hacerlas (hacérmelas).
Una salida fácil sería quizá caer en un discurso moralista: cuando hay necesidades básicas por cubrir, una sociedad no se puede dar el lujo de dedicar parte de sus energías a reflexiones y modos que representan a las sociedades más desarrolladas. La alternativa opuesta, igual de fácil, es creer que en la medida que Chile se tecnologice y haga uso intensivo de la tecnología, más rápido se convertirá en un país desarrollado. Pero claramente, esta situación no es de blanco o negro, y se requiere por tanto reconfirmar que en nuestro país, la brecha digital es quizá la más nueva expresión de brechas anteriores. Por ello, junto a quienes no tienen que comer, conviven diariamente los chilenos hiperconectados e hiperglobales. Las preguntas que adquieren relevancia en este contexto son (o por lo menos en el contexto de BiblioRedes, que aspira a ser un medio equitativo de acceso a Internet para los ciudadanos que no pueden acceder por medios propios): ¿Cómo lograr que cada vez más chilenos y chilenas se conecten y participen de las redes de Internet? ¿Por qué es importante que ello ocurra?
2 comentarios:
Es usted un ser de otra dimensión, está de paso por este País o simplemente nos toma el pelo.Es usted un hombre al reves.¿qué lo hace tan seguro de poder decir lo que piensa?.Cuando en todo el servicio público todos se cuidan de no hablar y de hacer exactamente lo contario.
Normalmente digo lo que pienso y eso me trae más de algún problema.
Aunque usted no lo crea, he vivido y vivo esa situación de no saber si comeré mañana, y desde mi trinchera trabajo con personas que les pasa lo mismo.
Si a usted le parece interesante y se apropia de la frase postmodernidad, a mi me parece más interesante y provocadora la palabra servilismo.
Todos podemos hacer, con muy pocos recursos o con recursos bien gastados.
Dos ejemplos para ello.
La especulación en las Bolsas de Acciones y el Marketing Publicitario.Cuanto se podría hacer con estos dineros "mal" gastados.
Respuestas hay, y ejemplos muchos.
Para la conección gratuita a Internet están la redes wireless y espero en conjunto con otros poder instalar una en nuestra ciudad.Un ejemplo de ello la organización chile sin cables y e_paratodos.
Le felicito y lo animo (y me animo) ha seguir para conminar a otros a romper la Inercia de la postmodernidad
labtalca (nombre de replicante de orígenes maulinos), gracias por comentar. Siempre he creido que el compromiso con una idea pasa por defenderla públicamente (sea cual sea el espacio, sea cual sea la audiencia). Con respeto y con fundamentos es posible convencer. Y en eso creo que nos parecemos.
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