Uno de esos conceptos es el de la brecha digital y sus dimensiones. Ya desde sus inicios, BiblioRedes entendió que la brecha no era sólo un problema de conectividad (acceso a un computador conectado a Internet), razón por la cual en su promesa original hacia la comunidad incluyó un potente programa de alfabetización digital (puesto en práctica desde el año 2003) y la apuesta por el apoyo a la generación comunitaria de contenido local (implementado desde el año 2004). Acceso gratuito, más desarrollo de competencias básicas instrumentales, más contenido pertinente, parecía en aquel momento la ecuación lógica para contribuir desde las bibliotecas públicas a la superación de la brecha digital en Chile.
Sin embargo, esa triada parece no cubrir toda la complejidad y profundidad de la brecha. En esta reflexión, el modelo plasmado por Jan van Dijk en su libro The Deepening Divide. Inequality in the Information Society (2005), entrega luces. Debajo reproduzco traducido el gráfico que se encuentra en el libro y que resume la visión de Van Dijk sobre la brecha (para agrandar la imagen hacer clic sobre ella):
En esencia, en la sociedad contemporánea, el tipo de acceso que todo individuo tiene a la tecnología depende de un conjunto de categorías personales (innatas muchas de ellas) y un conjunto de categorías posicionales (o la ubicación de ese individuo en la sociedad), de cuyo cruce dependen los tipos y calidad de recursos que la persona puede tener. Estos recursos condicionan su acceso a la tecnología, y ese tipo de acceso juega un rol fundamental en su participación en la sociedad, participación que se manifiesta a través de las categorías posicionales. Esta es la parte causal del modelo.
La riqueza del análisis de Van Dijk está, a mi juicio, en su apertura del concepto de acceso en cuatro ámbitos: el motivacional, o aquellos factores, elementos y decisiones que gatillan el interés de la persona por conectarse; el material, o cómo accede ese usuario a la tecnología (respecto a conectividad no es lo mismo ser usuario de banda ancha que de conexión conmutada); las competencias, que Van Dijk separa a su vez en tres niveles -instrumentales, informacionales y estratégicas; y los usos, o cómo hacemos de la tecnología una herramienta cotidiana para las distintas actividades que desarrollamos. Estas cuatro dimensiones son secuenciales (van en el orden enunciado en esta descripción), pero la dimensión de los usos a su vez reinicia la secuencia al generar una nueva motivación para el acceso. Todo esto ocurre sobre lo que Van Dijk denomina las propiedades tecnológicas de las TICs (hardware, software y contenido).
El subtítulo del libro es "Inequidad en la Sociedad de la Información", y lo que plantea el profesor de la Universidad de Twente es que las tecnologías de información y comunicación tienen implícitas en si mismas las razones de la inequidad de la sociedad que están colaborando a construir. Ello principalmente radica en la dimensión de los usos, y cómo los nuevos usos (nuevas innovaciones) son apropiados más tempranamente por las personas y grupos más conectados, aprovechando de manera anticipada sus beneficios y, por tanto, contribuyendo a aumentar su distancia respecto a las personas o grupos con menores de niveles de conexión (acceso) con la tecnología. Su estudio se basa en información estadística dura, principalmente de Holanda, Estados Unidos y otros países desarrollados, y si bien las cifras indican que crece el acceso en todos los segmentos y grupos sociales, donde crece más rápido es en aquellos que gozan del mejor acceso.
Algunas conclusiones que se pueden alcanzar a partir de lo expuesto son:
1. La brecha digital no es un fenómeno de fronteras y contornos delimitados, que pueda ser cerrada en algún momento. Es, más bien, un área nebulosa, cuyos deslindes se reperfilan continuamente al ritmo de la innovación y los nuevos usos de las tecnologías. Por lo tanto, es plausible hablar de una brecha permanente e incluso una brecha creciente (aunque crezca el acceso promedio a tecnología en nuestras sociedades). Siempre habrá grupos de vanguardia que aprovechen más tempranamente estas innovaciones y aumenten su distancia del resto (y aumenten en paralelo su poder y su influencia).
2. De esta manera, la promesa de una sociedad más democrática que algunos autores tienden a ver en la Web social o 2.0 debe ser mirada con cierta distancia. Que la Web social posibilita mayores niveles de interacción entre las personas está ya demostrado, y que esas mayores interacciones pueden apoyar manifestaciones sociales de distinto signo, sentido y fines, no cabe duda. Lo que está por demostrar es que ello conduzca a sociedades con mayores niveles de equidad. Según Van Dijk, la evidencia empírica demuestra lo contrario (si bien él no habla explícitamente de la Web social).
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