En la última década, han surgido diversas denominaciones para clasificar a los integrantes de las nuevas generaciones, personas nacidas cuando ya existían los computadores personales, la telefonía móvil y la web como espacio accesible. Quizá una de las que más ha trascendido es la acuñada por Marc Prensky, especialista estadounidense en educación, quién definió a los integrantes de estas generaciones como los nativos digitales: sujetos que, como mis hijos, no conciben el mundo sin Internet y que desarrollan sus competencias en forma natural en el mundo digital. Esta es, por cierto, una versión resumida del concepto, que pueden encontrar más detallado en su versión original en inglés aquí, y una traducción libre al castellano aquí.
Por defecto, el resto somos inmigrantes digitales, personas que hemos llegado más temprano o más tarde al mundo digital, y que nuestra incorporación suele ser autodidacta, no sistemática y, en muchas ocasiones, una navegación un tanto a ciegas y llevados por la corriente hacia espacios en los que no siempre sabemos cómo movernos.
En la Red se pueden encontrar ejemplos destacados de nativos digitales. Una buena selección de historias es la que está reuniendo el español Genís Roca en su blog. Como buen inmigrante digital, Genís se maravilla -al igual que todos nosotros- con estas historias de vida, donde la tecnología está incorporada sin hacer distinciones entre lo real y lo virtual. Para los nativos digitales el mundo es uno solo y se mueven entre ambas dimensiones ("en línea" y "fuera de línea") con soltura.
Pues bien, yo he decidido iniciar mi propia colección de historias, pero maravillándome con los inmigrantes digitales (finalmente, me sigue comprometiendo más la vida de un centroamericano cruzando como "espalda mojada" la frontera con el Primer Mundo que la historia de un niño californiano de Orange County). Inmigrantes digitales pero con una característica: han logrado, a mi juicio, hacer propia alguna de las características de los nativos, y en esa dimensión parecen efectivamente nativos.
El primer caso que compilo en este "bestiario personal" es el de mi amigo Ricardo López, aficionado a la fotografía desde hace más de 30 años, y quien logró potenciar su afición con cada vez más sofisticadas cámaras digitales e integrándose a una comunidad de fotógrafos en red.
Ricardo es un buen ejemplo de una de las características de la Web social: el explosivo surgimiento de los usuarios como generadores de contenido (prosumer, productor y consumidor de contenido) y que en algunos casos realizan su afición con estándares y compromisos casi profesionales. Ricardo (si quieren conocerlo pueden hacer clic aquí) es lo que algunos denominan un proam ("professional amateur", en castellano "aficionado profesional"), especie que un día está contribuyendo a la exploración del espacio con sus grandes telescopios caseros, otro genera un nuevo estilo musical re-mezclando pistas disponibles en la Red y al día siguiente toma fotografías de alto valor artístico y con indudable sentido patrimonial, como la que encabeza esta entrada (paisaje con una ruca mapuche en una mañana de marzo de 2007 a orillas del Lago Budi en la Región de la Araucanía, en el sur de Chile). Es la revolución de los proam, como los investigadores ingleses Charles Leadbeater y Paul Miller han afirmado en su libro, que aguarda su turno de lectura en mi disco duro.
Dicho esto, los invito a visitar la galería de Ricardo y disfrutar de su ojo fotográfico.
Por defecto, el resto somos inmigrantes digitales, personas que hemos llegado más temprano o más tarde al mundo digital, y que nuestra incorporación suele ser autodidacta, no sistemática y, en muchas ocasiones, una navegación un tanto a ciegas y llevados por la corriente hacia espacios en los que no siempre sabemos cómo movernos.
En la Red se pueden encontrar ejemplos destacados de nativos digitales. Una buena selección de historias es la que está reuniendo el español Genís Roca en su blog. Como buen inmigrante digital, Genís se maravilla -al igual que todos nosotros- con estas historias de vida, donde la tecnología está incorporada sin hacer distinciones entre lo real y lo virtual. Para los nativos digitales el mundo es uno solo y se mueven entre ambas dimensiones ("en línea" y "fuera de línea") con soltura.
Pues bien, yo he decidido iniciar mi propia colección de historias, pero maravillándome con los inmigrantes digitales (finalmente, me sigue comprometiendo más la vida de un centroamericano cruzando como "espalda mojada" la frontera con el Primer Mundo que la historia de un niño californiano de Orange County). Inmigrantes digitales pero con una característica: han logrado, a mi juicio, hacer propia alguna de las características de los nativos, y en esa dimensión parecen efectivamente nativos.
El primer caso que compilo en este "bestiario personal" es el de mi amigo Ricardo López, aficionado a la fotografía desde hace más de 30 años, y quien logró potenciar su afición con cada vez más sofisticadas cámaras digitales e integrándose a una comunidad de fotógrafos en red.
Ricardo es un buen ejemplo de una de las características de la Web social: el explosivo surgimiento de los usuarios como generadores de contenido (prosumer, productor y consumidor de contenido) y que en algunos casos realizan su afición con estándares y compromisos casi profesionales. Ricardo (si quieren conocerlo pueden hacer clic aquí) es lo que algunos denominan un proam ("professional amateur", en castellano "aficionado profesional"), especie que un día está contribuyendo a la exploración del espacio con sus grandes telescopios caseros, otro genera un nuevo estilo musical re-mezclando pistas disponibles en la Red y al día siguiente toma fotografías de alto valor artístico y con indudable sentido patrimonial, como la que encabeza esta entrada (paisaje con una ruca mapuche en una mañana de marzo de 2007 a orillas del Lago Budi en la Región de la Araucanía, en el sur de Chile). Es la revolución de los proam, como los investigadores ingleses Charles Leadbeater y Paul Miller han afirmado en su libro, que aguarda su turno de lectura en mi disco duro.
Dicho esto, los invito a visitar la galería de Ricardo y disfrutar de su ojo fotográfico.
1 comentario:
Estimado Enzo:
Esto de la brecha digital generacional, que puede ser casi un abismo, si es un gran tema.
De todos modos ser inmigrante digital tiene sus ventajas, los desplazamientos te permiten mirar desde otras posiciones. Quien nunca se siente completamente a gusto en el nuevo lenguaje, posee la libertad para ver otros lugares e imaginar otras posibilidades de existencia...
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