19 de junio de 2009

La tecnología se ha convertido en nuestra cultura...

Por Kevin Kelly (*)

La tecnología se ha convertido en nuestra cultura...

...nuestra tecnología cultural.

La tecnología ya no está más fuera, no es más un extraño, ya no está en la periferia. Está en el centro de nuestra vidas. "La tecnología es la fogata alrededor de la cual nos reunimos", dice la artista Laurie Anderson. Durante muchas décadas, la presencia de alta tecnología fue marginal. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, está en todas partes y es de importancia fundamental.

Si la tecnología ha sido capaz de infiltrar nuestras vidas al nivel que lo ha hecho, es porque se ha convertido en algo muy parecido a nosotros. Se ha hecho orgánica en estructura. Dado que la tecnología de red se comporta mas como un organismo que como una máquina, las metáforas biológicas son mucho más útiles que las mecánicas para entender como funciona la economía de red.

Pero si el éxito sigue un modelo biológico, así lo hace también el fracaso. Una historia para estar prevenidos: un día, en la playa, pequeñas algas rojas de repente crecen hasta convertirse en una vasta ola roja. Unas semanas más tarde, justo cuando la mancha roja parece indeleble, se disuelve. Los lemmings aumentan rápidamente y luego desaparecen. Las mismas fuerzas biológicas que multiplican las poblaciones, las reducen. Las mismas fuerzas que se alimentan entre sí para amplificar presencias en la red y crear poderosos estándares de la noche a la mañana, pueden operar en sentido inverso para desarmarlos en un pestañeo. Las mismas fuerzas que convergen para construir organizaciones de una manera tan biológica, pueden también converger para derribarlas. Uno puede esperar que cuando la fortuna de Microsoft cambie, sus ganancias colapsen en una curva inversamente simétrica a su éxito. Todas las razones autoconvincentes para unirse al éxito de una red, operan marcha atrás cuando el éxito se convierte en fracaso y todo el mundo quiere volar.

(*) Traducción de esta entrada de Kevin Kelly, publicada el 9 de junio. Kelly es un explorador de nuevos mundos, un atisbador de los horizontes que la Humanidad enfrentará.

15 de junio de 2009

Fundamentalismos


Las elecciones presidenciales de Irán, ocurridas el viernes pasado, gatillaron una imprevista conversación en algunas redes sociales. Las sospechas sobre fraude e intervencionismo en las votaciones para favorecer la reelección de Mahmoud Ahmadinejad, derivaron en una serie de protestas en Teherán, manifestaciones calificadas como las más violentas desde 1999.

Más allá del fenómeno político en sí, del cual poco puedo opinar porque mi conocimiento de la realidad iraní es casi nulo, la escasa cobertura inicial del canal de noticias CNN a las manifestaciones y las críticas que ello gatilló en muchos usuarios de Internet (entre los que participan en Twitter en especial), son un gran ejemplo de como la web social es cada vez más una "voz" autorizada para presentar ante el mundo las situaciones que en él ocurren.

CNN construyó su fama a partir de su cobertura de la primera Guerra del Golfo. Pero al poco de haber terminado aquella primera intentona sobre Bagdad (la de Bush padre), el filósofo francés Jean Baudrillard publicó una aguda crítica sobre cómo la realidad se había visto alterada y recreada. CNN no nos mostró la Guerra del Golfo, lo que nos mostró fueron escenas de guerra en nuestros televisores. Porque, como Baudrillard afirmó, la Guerra del Golfo no tuvo lugar y lo que si tuvo lugar fue una guerra aséptica, sin sangre (o por lo menos sin la sangre que los grandes conflictos nos tenían acostumbrados). Una reflexión que Hollywod convirtió en parodia, con Dustin Hoffman y Robert de Niro como hábiles manipuladores de la realidad.

En esta oportunidad, al no cubrir las revueltas en las calles de Teherán, CNN sufrió en carne propia las heridas que hace ya casi dos décadas inflingió a sus competidores: la noticia en el lugar donde la historia se está construyendo (con todo lo artificial que esa expresión tiene), no estaba siendo reporteada por un canal cuya única razón de ser es esa.

Pero, ¿quién estaba informando de lo que estaba ocurriendo? Sí, algunos medios tradicionales, en sus versiones en línea, le ganaron la mano a CNN. Pero la cobertura a pie de barricada, la estaban haciendo personas comunes y corrientes, subiendo fotos, videos, compartiendo en redes el desarrollo de los eventos. Ello pese a las restricciones que el gobierno iraní ha intentado imponer sobre el acceso a Internet.

Hoy la web nos permite vivir en un mundo más transparente. No cabe duda que frente a la distorsión de la realidad que acusó Baudrillard, este episodio es una nueva demostración de cómo hoy es más difícil que dos décadas atrás que ello ocurra. Ya lo supo Bush hijo, quien llegó a intentar imponer a los medios estadounidenses la no transmisión de imágenes de los ferétros de los soldados norteamericanos que murieron en la segunda intentona sobre Bagdad. La moral de la nación no puede soportar la cruda realidad, debió pensar.

Pero, ¿es todo esto necesariamente positivo? No lo sé. En Teherán parecen estar chocando tres fundamentalismos.

El primero, el islámico, del cual poco sé (como la mayor parte de los occidentales), que tiene a un pueblo gobernado por una teocracia desde fines de la década de 1970. Mi defensa de los derechos humanos como un bien superior, no me permite entender una lógica política que hace de una fe religiosa el eje desde el que se definen exclusiones, se restringen libertades y se imponen visiones totalizadoras de la realidad.

El segundo fundamentalismo es uno menos explícito, pero no por ello menos poderoso. Es aquel que establece que la realidad es lo que difunden las grandes medios de comunicación masiva, es la tiranía de la pauta de prensa y la dictadura de la noticia de portada. Lo que no se transmite no existe y lo que sí se transmite adquiere rango de hiperrealidad. Ese fundamentalismo que se nutre de la leyenda de la prensa como cuarto poder, uno que debiera ser fiscalizador de los otros poderes pero que en muchas ocasiones, por razones politicas, económicas y/o sociales, termina siendo vocero de los poderosos a los que debiera interpelar. Cuesta entender porque CNN no cubrió de manera oportuna las revueltas en Teherán, algo que abordó Rodrigo Orihuela en una interesante entrada hoy en Amphibia.

Y el tercer fundamentalismo es uno de reciente cuño, aunque tiene raíces en la historia de la Humanidad. Es ese que usando las herramientas de las web social inunda la Red con información subida por personas comunes y corrientes, las que con una simple conexión a Internet y algunas competencias digitales básicas, pueden construir colectivamente una imagen virtual de la realidad. Es un fundamentalismo del que en Cadaunadas encontrarán una permanente exaltación, pero que también me genera algunas interrogantes. Las testimonios sobre lo que está ocurriendo en Teherán y que estamos viendo a través de la web social, ¿representan a todos los iraníes o sólo a una fracción de ellos? ¿Cuál es el rol que nos cabe a los que desde fuera de Irán retransmitimos esos testimonios a través de nuestras redes? ¿Estaremos contribuyendo a proyectar una imagen distorsionada de la realidad? ¿Por qué Moussavi, el candidato supuestamente derrotado, pareciera estar siendo presentado como un demócrata, cuando en realidad es apenas un reformista que no cuestiona el fundamento teocrático del régimen?

No porque muchos crean algo, o quieran hacernos creer en ello, eso se convierte en real. Internet, con todas sus grandes oportunidades, también es un espacio para una construcción masiva y abrupta de realidades ficticias. La diferencia, frente a los dos fundamentalismos anteriores, es que ese poder no está en manos de unos pocos, pero no por ello sus construcciones pueden dejar de ser eso, meras construcciones.

14 de junio de 2009

Biblioteca Pública: su rol social en un mundo hiperconectado

El jueves pasado tuve la oportunidad de compartir con alumnos de la carrera Técnico en Bibliotecas y Centros de Documentación del CFT Utem, una reflexión sobre el rol social de las bibliotecas públicas en un mundo hiperconectado. Agradezco la invitación a Paola Faundez, la Directora de la carrera, así como al grupo de alumnos la muy motivante conversación que se dió después de la presentación.

Sociedades como la chilena siguen teniendo un problema básico, cuya solución debiera ser nuestra primera prioridad: un amplio sector de la población sigue viviendo en condiciones de pobreza o indigencia (más de 2 millones de personas en Chile, según cifras de la Encuesta Casen 2006) y además sufren de una muy desigual distribución del ingreso.

Pero en la actualidad se presenta, en esta sociedad informacional según la descripción de Manuel Castells, un momento histórico para saltar de manera muy rápida diversos estadios de desarrollo. Los países que fueron relegados a un segundo y tercer lugar en el orden surgido a partir de la revolución industrial, enfrentan ahora una oportunidad sin precedentes para en muy corto plazo cambiar de manera radical el destino de sus poblaciones. Oportunidad que, siguiendo el planteamiento de Yochai Benkler, entrega mucho poder a las personas para ser creadores de su futuro. Son las nuevas reglas del juego que plantea una realidad estructurada en redes distribuidas hiperconectadas, en las que las nociones tradicionales de poder y autoridad se van desvaneciendo, como diría David de Ugarte.

En este contexto, el verdadero sentido de una biblioteca pública emerge con mayor fuerza: no se trata tanto de prestar libros o facilitar el acceso a Internet de manera neutra, sino más bien de comprenderse como agente de cambio social. Que la biblioteca pública sea agente de cambio social en un mundo hiperconectado, implica asumir a los menos cinco premisas:

1. Que debe ofrecer acceso gratuito a Internet orientado especialmente a los grupos más vulnerables de la sociedad. Como bien demuestra Jan van Dijk, el tipo de acceso a tecnologías que tenemos condiciona de manera fundamental nuestra participación en la sociedad actual y nuestras posibilidades de desarrollo futuro.

2. Que el modelo de generación de conocimiento ha cambiado en forma radical. Hoy todos podemos -a través de una comunicación multidireccional- participar de este proceso, siendo Wikipedia el ejemplo más conocido. La biblioteca pública es, para muchas personas, la única garantía que tienen para poder tener una mínima participación en las nuevas maneras de generar conocimiento.

3. Que para poder participar en estas nuevas dinámicas, las personas deben poseer ciertas competencias digitales básicas, debiendo la biblioteca pública contribuir al desarrollo de esas destrezas, autoconcibiéndose como espacio de inclusión digital. Se redefine -a otra escala- el concepto de la biblioteca pública como espacio para la formacion continua de las personas, que debiera reforzarse en una futura versión el Manifiesto de la IFLA/Unesco sobre la biblioteca pública.

4. Que la participación de las comunidades locales en las redes virtuales debe darse, para que sea un proceso efectivo de inclusión, desde sus propias culturas. Para ello, la biblioteca pública debe ser un puente entre el viejo y el nuevo mundo, permitiendo la proyección de las identidades locales a través de sus expresiones digitales.

5. Que en un mundo cada vez más infoxicado, la biblioteca pública debe marcar una diferencia promoviendo entre sus usuarios el desarrollo de competencias informaciomales, que les permitan buscar, seleccionar, evaluar de manera crítica y usar estratégicamente la información que encuentran en Internet para resolver sus necesidades. La alfabetización informacional es una potente herramienta para combatir la pobreza, a mi juicio aún no valorada en toda su dimensión.

Persistiendo en nuestras sociedades un problema muy arraigado de pobreza, en la cabal realización de la oportunidad actual de su superación, la biblioteca pública debe jugar un rol activo. De no ser así, otros espacios asumirán el desafío, relegando a la bibliotecas a lugares secundarios en el imaginario colectivo sobre los motores del desarrollo personal y social.