25 de septiembre de 2009

Hay biblioteca donde hay usuarios

[Comparto texto íntegro de un comentario que envié hoy a una lista de correos bibliotecaria de España, a raíz de una conversación que está ocurriendo sobre la presencia de bibliotecas en las redes sociales en Internet]

Muy interesante la conversación que ha estado teniendo lugar los últimos días. Dificil aportar algún argumento novedoso, pero quisiera poner dos sobre la mesa. Usaré el ejemplo de Facebook por ser la red social de uso más extendido en Chile. De hecho, el crecimiento de Facebook acá fue anterior al de otros países iberoamericanos (les dejo a ustedes las posibles interpretaciones de esto).

1. En Chile, aproximadamente 1 de cada 4 personas tiene una cuenta en Facebook. Asumiendo que un porcentaje de ellas deben ser cuentas inactivas y otras corresponden a organizaciones y no personas, el número puede ser menor, pero no mucho menos. Es decir, 4 millones de personas usando una red social, la mayoría conectándose diariamente y dedicando una creciente cantidad de tiempo a construir su capital social dentro de esa red. No emitiré juicio de valor, sobre si eso es positivo o no, pero sí constato que muchos de los usuarios a los cuales queremos llegar están en ese espacio pero no visitan las bibliotecas. De hecho, la cifra de usuarios de nuestros servicios es muy inferior. Recién el 2010 tendremos datos integrales de usuarios de la red de bibliotecas públicas chilenas, gracias a un proceso de modernización de nuestros sistemas de gestión. Pero considerando sólo las cifras de BiblioRedes, que son un subconjunto de los usuarios de las bibliotecas públicas chilenas, este año (después de siete de operación) llegaremos al millón de personas distintas atendidas (que no quiere decir que sean usuarios recurrentes). Es decir, 1 de cada 16 personas en Chile ha pasado por BiblioRedes. En siete años de trabajo (de mucho trabajo), BiblioRedes ha logrado llegar a un grupo de personas cuatro veces menor que lo logrado por Facebook en apenas tres años.

2. Las redes sociales son lo que sus usuarios (y las organizaciones que las usan) quieren que sean. La tecnología en sí no es ni buena ni mala: son sus usos los que le dan un sentido perverso o virtuoso. En mi caso personal, mi Facebook se ha ido convirtiendo cada vez más en un espacio multifacético, en el que con el tiempo han empezado a aparecer conversaciones interesantes, recomendaciones de recursos de información extremadamente útiles, "amistades" (la inmensa mayoría virtuales) con las que comparto sobre temas de interés y que me hacen sentir que no estoy perdiendo el tiempo cuando me conecto. También hay, por cierto, su buena porción de vanalidades, como ocurre hasta en los espacios más formales del mundo off-line. Pero, sumando y restando, Facebook hoy me aporta más de lo que me quita. Pero eso no es obra de Facebook, sino de cómo yo he ido construyendo mi espacio en esta red usando las posibilidades que me ofrece.

Dicho esto, y juntando ambos argumentos, la reflexión de fondo que quiero compartir con ustedes es que hay biblioteca donde hay usuarios. Teniendo claro como evitar la moda 2.0 a la que aludía Jesús casi al comenzar esta conversación, la constitución de la identidad virtual de las bibliotecas y sus servicios en la Red, no es algo que deba mirarse en menos.

Haciendo una comparación, hoy creo que nadie cuestiona la utilidad de que una biblioteca cuente con un bibliobus para llegar a usuarios que por diversas razones no acceden a sus servicios, por lo que cuesta entender el por qué de la resistencia a estar presentes en las redes sociales si éstas nos permiten llegar en forma masiva, de bajo costo y muy rápida a un universo de usuarios jamás alcanzado. Ocurre, eso sí, que construir la identidad de la biblioteca en Internet, en general, y en una red social, en particular, es mucho más complejo que implementar un servicio móvil. Ponerle ruedas a la biblioteca es parte de nuestra aún vigente mentalidad de la Sociedad Industrial. No en vano, los vehículos motorizados son hijos de la Revolución Industrial. Ponerle bytes a la biblioteca (o poner la biblioteca en los bytes) es otra cosa, porque nos obliga a movernos en la Sociedad Informacional (para usar el concepto de Manuel Castells, a mi juicio más acertado que el tradicional Sociedad de la Información). Y para eso, aún no estamos preparados, aunque esté ocurriendo ya.

Este conflicto no es exclusivo de las bibliotecas, y prácticamente no hay esfera de la vida humana que no esté siendo impactado. Incluso en aquellas partes del mundo que aparentemente viven aún hoy en sociedades pre industriales. La pregunta que debemos hacernos, entonces, es cómo y cuándo nos apropiamos de estos espacios activamente para difundir lo que somos y darle servicios de valor agregado a las personas y comunidades que en ellas habitan.

Comparto con Natalia que no es obligatorio estar presente en las redes sociales en Internet, pero no estarlo puede ser una muy mala decisión, incluso hasta suicida. Ojo: no estoy matando a las bibliotecas, lo que estoy diciendo es que el día de mañana el concepto y los usos de biblioteca que mis hijos tendrán serán muy distintos a aquellos con los que yo crecí. El punto es si nosotros participamos en esa redefinición (y lo dice alguien que no es bibliotecario, pero lleva once años vinculado profesionalmente a este mundo), o dejamos que los usuarios de las redes sociales se den a si mismos su concepto de biblioteca (opción que suena atractiva).

20 de septiembre de 2009

Cadaunadas sopla su segunda vela


Sí, porque ayer se cumplieron dos años desde que inicié este blog. 215 entradas y 475 comentarios después, sin duda la mejor expresión para resumir estos 730 días de arrítmica conversación es lo que leí alguna vez en otro blog, posiblemente uno de los sindicados en La Cadaunantesfera: una muy grata sensación de comunidad.

Microcomunidad, por cierto, en el caso de Cadaunadas, ya que no son muchos quienes frecuentan esta taberna periférica. Pero aunque pocos, sé que mis contertulios son fieles. A tod@s, gracias por pasar y comentar acá, su casa.

3 de septiembre de 2009

Dibam: Premio a la Innovación Avonni 2009

Ser destacado como el servicio público más innovador no es menor. Más cuando uno ha vivido desde dentro del Estado de Chile el sostenido esfuerzo y compromiso de muchas instituciones por mejorar su capacidad de respuesta y atención a las necesidades de la ciudadanía. Sin duda, subsisten muchos problemas y áreas que requieren urgentes transformaciones, pero en estos ya más de 11 años trabajando en el sector público, he visto una gran transformación. Y me siento orgulloso de haber sido parte de este proceso.

Por eso, que la Dibam haya hoy recibido el Premio a la Innovación Avonni 2009, es muy significativo. Y me alegra, porque reconoce la capacidad de adaptación institucional a entornos cambiantes, la capacidad de sus equipos para asumir esos nuevos desafíos y, pese a no contar siempre con todos los recursos, como hemos sido capaces de reinventar nuestra manera de atender a la comunidad.

Sí, hay que estar contentos.

En lo general porque este reconocimiento está orientado a premiar lo que hemos hecho en un ámbito en el que tengo la convicción las instituciones (públicas y privadas) se juegan su futuro: saber incorporarse a la Red, a ese espacio más horizontal donde las personas demandan de las instituciones capacidades de relación para las cuales no están diseñadas.

Y en lo particular, porque como parte de la postulación, junto a Memoria Chilena, Artistas Plásticos Chilenos, Archivo Nacional Digital y Memorias del Siglo XX, iba Contenidos Locales, la primera comunidad virtual de BiblioRedes, que con el correr de los primeros meses ha ido agarrando cuerpo, han ido surgiendo las conversaciones, se han ido produciendo los encuentros y descubrimientos en torno a nuestras identidades y culturas locales.

Les dejo la presentación enviada para postular al premio, que da cuenta de manera muy global del sentido de nuestra innovación (por cierto, Slideshare hizo de las suyas y modificó la numeración en algunas de las viñetas).