8 de septiembre de 2013

El sentido profundo del reconocimiento de los pueblos indígenas

La posibilidad de que el próximo gobierno avance hacia el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas parece estar sobre la mesa, una solución que a mi juicio se queda corta porque quienes la enarbolan no ponen en cuestión del carácter uninacional del Estado. Unos más, otros menos, la tesis desarrollada por Mario Góngora en su ensayo sobre la noción de Estado en Chile, sigue siendo sustentada por nuestra élite.

Por eso, si de reconocimiento vamos a hablar, urge evitar la tentación folclórica y enfrentar el concepto desde los espacios de construcción de una comunidad política inclusiva. Ese fue el ejercicio que realizó hace ya diez años, Maximiliano Prado, abogado de la Universidad Alberto Hurtado, con estudios de postgrado en Canadá, donde conoció la realidad plurinacional de un Estado que hace de la interculturalidad un sello distintivo –no exento de tensiones- de lo que es. En “La Cuestión Indígena y las Exigencias del Reconocimiento”, escribe Prado:
Si la sociedad mayoritaria caracteriza a los pueblos indígenas como bárbaros, incivilizados, reliquias históricas en vías de extinción y sólo considera a sus miembros como individuos caracterizados, quizás por su miseria o su incapacidad de ejercer los derechos igualitarios que un  orden legal ajeno les otorga, el proceso de construcción dialógica de la identidad pasa a ser imposible. Igualmente, asumir una visión inspirada en la simple tolerancia, que considere la pertenencia cultural como una entre tantas opciones legítimas abiertas a los individuos en ejercicio de su autonomía, también se erige como un impedimento a dicho proceso. Es indispensable, como presupuesto, considerar la importancia innegable de la pertenencia cultural para la constitución de la identidad y su proyección hacia lo político, escapando del ámbito de las opciones privadas. Desde este presupuesto y dado un contexto de diversidad cultural, será la mediación del reconocimiento la que nos permita escapar de las relaciones de negación asimilatoria y construir aquellas que avancen en la línea de lo que hemos llamado el pluralismo crítico. En su realización más perfecta, esta relación intercultural dialógica, basada en el reconocimiento recíproco, nos podría conducir hacia lo que Taylor, tomando la expresión de Gadamer, llama la ‘fusión de horizontes’.
Por eso,
…el reconocimiento al que nos referimos no consiste en la percepción de los pueblos indígenas como un fenómeno que enfrenta nuestros sentidos y que pueda ser encasillado en alguna de las categorías que la cultura mayoritaria nos ofrece. Tampoco es equivalente a la incorporación de una frase en un texto legal o constitucional, que deje traslucir la ingenuidad de un ‘legalismo que pretenda identificar el cambio de o en la Constitución formal, de la Constitución como ley, con el cambio en la realidad que cada Constitución trata de conformar’. El reconocimiento es la consecuencia deseable de comprender la alteridad del otro y la expresión primordial y necesaria del respeto hacia ese otro que debe estructurar las relaciones interculturales en el seno de una comunidad política inclusiva. Si nos convencemos de que nuestra realización depende del establecimiento de relaciones marcadas por el respeto y la solidaridad, y vemos en la presencia del otro algo indispensable para la formación y conservación de nuestra propia identidad, estaremos ‘más fácilmente dispuestos a percibir la incongruencia de pautas de conducta centradas en la búsqueda unilateral de poder y en la violencia’ o basadas en la afirmación, teórica y práctica, de la inferioridad del otro. Una vez que tomamos conciencia de la importancia del reconocimiento para la constitución de las identidades individuales, podemos comprender fácilmente la necesidad de ofrecerlo como algo debido a aquellos grupos minoritarios que buscan constituirse como espacios de realización personal y colectiva. 

25 de agosto de 2013

Tres pilares para una nueva relación entre el Estado de Chile y los pueblos indígenas

La relación del Estado de Chile con los pueblos indígenas se encuentra cerca de un punto de inflexión. El ciclo actual, iniciado con los acuerdos de Nueva Imperial en 1989, está llegando a su fin, y si bien no se pueden desconocer los avances alcanzados en estas décadas, el surgimiento de un potente movimiento social indígena, da cuenta de una enorme deuda pendiente, en buena medida culpa del desconocimiento que la sociedad chilena tiene y de los errores de las políticas públicas. Una reciente encuesta graficó un creciente respaldo por las demandas del pueblo mapuche, pero abunda la falta de comprensión. Cuando hablamos de “nuestros” pueblos, o nos referimos a ellos como “etnias”, o decimos que son “los pueblos originarios de Chile”, emerge una manera de acercarnos a esta relación con un serio déficit semántico para entender al otro.
Si hacemos un ejercicio de comparación respecto de cómo se abordó el tema indígena en la campaña presidencial de 2009 y cómo está apareciendo en la actual, la evaluación es dispar. Por un lado, existe hoy un mayor interés de parte de las candidaturas por tener posturas definidas (independientes de su enfoque), pero, por otro lado, pareciera seguir siendo un aspecto secundario de la campaña presidencial.
En las primarias realizadas por la Nueva Mayoría y la Alianza por Chile, no fue un tema relevante en ninguno de los debates y en general se le dedicó un espacio menor en  el seguimiento que la prensa hizo del proceso que concluyó el 30 de junio, siendo que a lo menos dos candidaturas presentaron propuestas ambiciosas (Claudio Orrego, en cuya “Propuesta para un Chile Plurinacional” colaboré en la formulación, y José Antonio Gómez). Además, los frentes indígenas de los partidos de oposición, hicieron públicos los que deberían ser los lineamientos de un futuro gobierno en este ámbito, algunos de cuyos integrantes forman parte de la recién nombrada Comisión de Pueblos Indígenas de Michelle Bachelet. Marco Enriquez-OminamiMarcel ClaudeRoxana MirandaFranco ParisiTomás Jocelyn-Holt y Alfredo Sfeir también han planteado –con diversa profundidad- sus posturas en el tema. De la candidatura de Evelyn Matthei por el momento sólo se sabe los nombres de quienes liderarán la formulación de la propuesta.
Paralelamente, desde el mundo indígena no han faltado los invitaciones. Las organizaciones detrás de ellas, esperan que sus ideas sean recogidas por las candidaturas. Destaco, entre otras, las “10 Propuestas para un Chile Plurinacional”, presentadas por ENAMA, y los planteamientos realizados por Wallmapuwen.
Sin embargo, pese a las múltiples propuestas y planteamientos, se mantiene la duda sobre el perfil y el peso específico de la política indígena en el futuro gobierno. En este contexto, cabe detenerse en cuáles deberían ser los pilares de la nueva relación entre Chile, su Estado y su sociedad, y los pueblos indígenas. A mi juicio, son tres: asumir la plurinacionalidad del Estado de Chile; basar la relación en un enfoque de derechos; y proyectar el vínculo a partir del perdón y reparación de los pueblos indígenas.
La plurinacionalidad del Estado de Chile es una idea cada vez más presente en el debate. Sin embargo, la construcción de voluntades políticas que permitan avanzar en su implementación, es una tarea compleja, ya que incluso sectores que simpatizan con la causa indígena, lo hacen desde la premisa de entender a Chile como un país uninacional. Son muchos los que siguen sosteniendo como dogma de fe que Chile es una sola nación, en la que coexisten diversas tradiciones culturales, siendo deber del Estado crear las condiciones que aseguren su preservación. Quienes plantean esta mirada, abogan por el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. Es decir, sin desvirtuar la esencia unitaria del Estado de Chile (heredera de la tradición liberal), creen necesario reconocer la diversidad identitaria de quienes viven en el territorio, promoviendo acotados derechos sociales, culturales y lingüísticos.
Por su lado, quienes abogamos por el Estado plurinacional, lo hacemos desde la premisa de que en Chile coexisten varias nacionalidades. Este reconocimiento, que se construye desde la idea de que las naciones y pueblos son anteriores a los estados -y que incluso pueden no necesitar de ellos para existir-,  entronca con una perspectiva más comunitaria del Estado. Es la tradición estatal presente en países con los que nos gusta comparanos, tales como Bélgica, Canadá, Noruega o Nueva Zelandia, u otros de los que nos creemos distintos, como Bolivia y Ecuador. La plurinacionalidad implica reconocer derechos políticos a las naciones y pueblos indígenas, los que se traducen en distintos regímenes de autonomía y autogobierno.
La discusión sobre una nueva Constitución para Chile, sea cual sea la característica del proceso constituyente, es el momento para abordar esta pregunta y encontrar la respuesta, porque como señaló hace algún tiempo Maximiliano Prado,  “la cuestión indígena debe ser entendida como una cuestión constitucional, que impone definir un nuevo modelo de relaciones interculturales frente a la diferencia indígena”.
Diseñar e implementar políticas públicas con enfoque de derechos debería ser el segundo pilar de la nueva relación con los pueblos indígenas. El Estado de Chile ha suscrito un conjunto de tratados y convenios internacionales que norman esta relación: Convención Americana de DDHH, Pactos Internacionales de DDHH, Convención para la Eliminación de la Discriminación Racial, Declaración  Universal de los Derechos Humanos, Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, Convenio 169 OIT. Por lo tanto, no queda al arbitrio de nuestro Estado definir qué tipo de relación mantenemos, sino que estamos ya obligados a salvaguardar y hacer respetar los derechos indígenas. No es la buena voluntad de Chile, sino el cumplimiento de sus obligaciones internacionales, la que debiera regir la relación a partir de ahora. No es un acto de generosidad, sino de derecho, lo que se impone.
Por ello, cabe preguntarse –siguiendo un debate que será abordado en los próximos días en un seminario organizado por la Identidad Lafkenche- si es posible un nuevo pacto social en Chile sin considerar de manera adecuada a los pueblos indígenas en su formulación. Dado que una nueva constitución afectará derechos indígenas, ¿cómo se vincula el proceso constituyente con la consulta indígena establecida en el Convenio 169 de la OIT?
Por último, no parece posible siquiera hablar de una nueva relación entre el Estado de Chile y los pueblos indígenas, si ésta no se construye desde actos sinceros de perdón y reparación. Desde su independencia, la República de Chile ha violado sistemáticamente derechos indígenas, muchas veces por incompresión (asimilando a los pueblos indígenas con el campesinado pobre) y otras deliberadamente (porque reconocer la diversidad se opone u oponía a modelos de desarrollo del país). El informe emanado el 2003 de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato fue concluyente en este sentido, pero en la última década la relación ha avanzado hacia grados mayores de conflictividad, tal como afirmó para el caso mapuche el Relator de la ONU Ben Emmerson. Noticias recientes siguen dando cuenta de este agravio, como la absolución de doce comuneros mapuche a los que se pretendió condenar por ley antiterrorista, o la condena por parte de la Corte Suprema al carabinero que asesinó a Jaime Mendoza Collío (aunque con una pena de tres años de presidio remitido que incluso podría permitirle seguir en las fuerzas policiales).
¿Cuál podría ser una política efectiva de perdón y reparación de los pueblos indígenas? ¿Cómo podrían estos reconocer que ahora sí el Estado de Chile estaría avanzando de buena fe en esa dirección? Varias medidas podrían implementarse, pero creo que ninguna tendría la fuerza de renunciar a la aplicación de ley antiterrorista contra los pueblos indígenas y una amnistía para todos los presos indígenas que no estén vinculados a delitos de sangre. El futuro de la relación pasa, en alto grado, por reconstruir confianzas, y ésta son quizás las medidas más simbólicas a través de las cuales el Estado de Chile puede reconocer sus errores.

6 de agosto de 2013

El cerro Chiguaihue se cubre de sangre mapuche, una vez más

En tiempos que en Chile se discute cada vez con mayor intensidad la necesidad de construir un nuevo pacto social, en torno al cual de manera participativa logremos ponernos de acuerdo respecto de nuestros derechos y deberes como ciudadanos, los pueblos indígenas parecieran seguir condenados a la invisibilidad. En tiempos que en Chile se habla de profundizar la democracia, de dar mayor voz a los territorios, los pueblos indígenas parecieran no estar invitados a los nuevos espacios. Hablamos de procesos constituyentes, pero no de reconocer -definitiva y reparatoriamente- la plurinacionalidad de nuestro Estado. Se crean thinks tanks para pensar Chile, pero entre sus miembros no hay investigadores indígenas. Hablamos de nuevas mayorías, pero en estas los pueblos indígenas no aparecen. No lo hacen en los discursos, no lo hacen en las ideas y por ello no lo hacen en los sueños. 

Hoy apareció muerto Rodrigo Melinao, con una bala en el tórax. Quería escribir algo, pero hace minutos, en mi bandeja de entrada encontré este texto. Es de Martín Correa, autor junto a Eduardo Mella, de "Las razones del illkun/enojo", un texto que debería ser lectura obligatoria en nuestras escuelas y liceos. Un día negro, otro más, para el pueblo mapuche, para los pueblos indígenas. Un día negro, otro más, para nuestro país, para nuestra democracia, para nuestra historia. 

El cerro Chiguaihue se cubre de sangre mapuche, una vez más

Hoy, 6 de agosto de 2013, ha muerto asesinado Rodrigo Melinao Lican, joven mapuche de la comunidad Rayen Mapu, al interior del fundo Chiguaihue, en la comuna de Ercilla, en una zona altamente militarizada, cercana al reten de Fuerzas Especiales de Pidima, y en el que de noche solo transitan vehículos policiales, según denuncian las familias mapuche, las que cotidianamente son objeto de fuertes allanamientos.

Rodrigo Melinao Licán había sido condenado el pasado 24 de julio a 5 años y un día por el delito de incendio forestal, y a 541 días por daños a dos buses y un camión aljibe, hechos que se desarrollaron el 2011 en el sector Chiguaihue, en un proceso que llevaba el Fiscal antimapuche Luis Chamorro y que las comunidades catalogan de irregular y fruto de un montaje, razón por la cual Rodrigo Melinao había decidido resistir en la clandestinidad.

Sin embargo, la muerte ya la militarización en los faldeos del cerro Chiguaihue y la muerte comuneros mapuche no es nueva, según enseña la historia y la memoria comunitaria.

En los faldeos del cerro Chiguaihue a mediados del siglo XIX existía una importante población mapuche, un lof cuya máxima autoridad era Lonko Pillan, y que se extendía entre el río Malleco y el Huequen, y fue la puerta de entrada al Ejército de Ocupación de la Araucanía hacia el sur del rio Malleco. En el año 1865, llegan a oídos del coronel Basilio Urrutia rumores de que se preparaba un gran levantamiento mapuche encabezado por Lonko Kilapan, razón por la cual el jefe militar despachó una división de 800 hombres al interior, hacia Chiguaihue y Collico, bajo el mando del teniente coronel don Pedro Lagos quien informará luego: “… me puse en marcha hacia ultra Malleco con 800 hombres, que los componían 150 de infantería de línea, 28 de granaderos a caballos, los escuadrones 3º y 4º del departamento i 5º y 6º del de Laja. Esta fuerza se unió en los rincones de Chiguaihue con una de 200 hombres. Todo el tiempo de la campaña que termina hoy, se ocupó la división en castigar a los indígenas que favorecen i apoyan a los cristianos malhechores, destruyendo sus habitaciones i sementeras i tomando sus haciendas. Varias indias viejas tomadas en los bosques, se pusieron en libertad comunicándoles el pensamiento de US. a fin de que fuera trasmitido a las reducciones indíjenas i llegara así al conocimiento de todos, esto es, que la autoridad se halla dispuesta a castigar i perseguir en todo sentido a los que cometen depredaciones en las poblaciones i campos de cristianos”.

Luego, en el año 1962, es asesinado Carlos Collío, por disparos efectuados por el entonces dueño del fundo Chiguaihue Ignacio Silva Correa, quien estuvo detenido sólo 4 días. Sin embargo, los comuneros mapuche volvieron a ingresar al predio una y otra vez, dando así el puntapié inicial a lo que sería un largo y sostenido proceso de movilizaciones y acciones mapuche dirigidas a la recuperación y ampliación de sus dominios.

Luego, Alex Lemun, el 7 de noviembre de 2002, es asesinado por el mayor de Carabineros Marco Aurelio Treuer Heysen, en momentos en que alrededor de 40 personas (la mitad compuesta por ancianos, mujeres y niños) de la comunidad Montitui Mapu, ocupan el fundo Santa Alicia, parte del antiguo Chiguaihue.

El 12 de agosto de 2009 fue asesinado Jaime Facundo Mendoza Collío, de 24 años, por el efectivo de Carabineros de Fuerzas Especiales de Santiago, Patricio Jara Muñoz, producto de un balazo por la espalda, repeliendo la acción de un grupo de familias pertenecientes a la comunidad Requen Pillán que ocuparon el fundo San Sebastián, también parte del antiguo fundo Chiguaihue. Ambos funcionarios policiales hoy gozan de libertad.

Hoy, las familias mapuches de Chiguaihue han perdido a Rodrigo Melinao Lican, uno más de sus hermanos, en una historia que se repite y que es resultado de la represión y de la militarización del territorio.

Vayan a ellos mis sentimientos de dolor y de solidaridad, y mis más profundos respetos.

30 de octubre de 2012

La Pepa de todos


Se supone que esto no corresponde. O no corresponde por lo menos acá. Pero lo haré. Contaré una historia personal.

Cuando nací hace cuarenta y dos años, mi familia vivía en un edificio que aún existe. El que está en la esquina suroriente del cruce de Manuel Montt con Eliodoro Yáñez. En plena Providencia. Pocos meses después, mi padre –alessandrista- decidió llevarnos a vivir a España. Regresé casi dos décadas más tarde y desde entonces he vivido en Providencia. Salvo un año, en el que desde el piso 19 de la torre que está en Vicuña Mackenna con la Alameda, comuna de Santiago, mi balcón miraba a la cordillera y a Providencia.

En Providencia conocí a mi esposa y aquí nacieron mis dos hijos. En Providencia está el departamento que le pertenecerá al banco hasta que me encuentre a punto de jubilar y que yo llamo hogar.

Desde 1992, voto en Providencia. La primera elección en la cual participé fue la municipal de ese año. “Providencia es una comuna conservadora”, me dijeron aquella vez algunos buenos amigos. Me querían prevenir, para que no me hiciera muchas expectativas. Y así fue. Desde entonces, he repetido ese adagio. Ya saben: para que la decepción no fuera grande cada vez que me acercaba a votar en el Campus Oriente.

Hasta ayer.

Cuando junto a unos buenos miles de vecinos saltábamos, nos abrazábamos y cantábamos frente a la Municipalidad de Providencia, celebrando una jornada para la memoria, era inevitable no pensar que algo cambió en mi comuna. Dejo a otros y otras el análisis del verdadero significado político de lo ocurrido. Otras voces sabrán con más profundidad desentrañar lo que implica. Yo solo quiero compartir que por primera vez voté por convicción por una candidata a alcaldesa de mi comuna. Y creo que eso fue lo que ocurrió con muchos y muchas de quienes ayer entregamos nuestro voto, nuestra confianza, a Josefa Errázuriz, la Pepa.

Fue una campaña distinta. Vi en las calles de Providencia a vecinos y vecinas que no había visto nunca en esas lides. Haciendo política. De la buena. De la genuina. De la política que se escribe con letras grandes. De la que se construye desde el compromiso con las convicciones propias y colectivas. De la política desinteresada, sin cálculo personal, sabiendo que al estar en la calle repartiendo volantes, poner carteles en los balcones, compartir hasta el borde del spam en las redes sociales o salir a recorrer en cicletadas verdes la comuna, algo grande estábamos fraguando. Aunque perdiéramos en el intento.

No me quiero mentir. Sé que muchos votos de la Pepa se fundan en el rechazo a Labbé. Por lo que representa, lo más oscuro de la dictadura. Pero también sé que muchas papeletas estaban cruzadas por el sueño de una comuna distinta, más inclusiva. Una de esas era mi papeleta.

En estos dieciséis años, en Providencia han pasado buenas cosas. Lo digo desde la experiencia de quien usa los servicios municipales. Con cierta frecuencia me siento en sus café literarios, parte del mejor sistema comunal de bibliotecas públicas del país. El tratamiento de ortodoncia mi hijo mayor lo está recibiendo en el consultorio dental de la comuna. Mi madre controla periódicamente su salud en uno de los consultorios municipales, gracias a un buen plan de atención para el adulto mayor. Mis hijos aprendieron a nadar en una piscina municipal bien equipada, que está en el mismo recinto donde mi esposa asiste a spinning y baile entretenido.

Pero también sé que vivo en una de las comunas con menores índices de transparencia en su gestión municipal. Una comuna, que, pese a su riqueza, su saliente alcalde permanentemente ha usado como argumento contra la movilización la cancelación de la matrícula escolar como amenaza contra estudiantes venidos a nuestros liceos desde otras zonas más pobres de Santiago. El mismo alcalde que facilitó espacios de todos para que se rindieran homenajes a violadores de derechos humanos condenados por la justicia.

Por eso, el triunfo de la Pepa es un triunfo que emociona. Porque su personalidad, trayectoria y compromiso con una manera distinta de hacer política la avalan y convoca. Muchos partimos apoyándola pensando que era un gesto que debíamos hacer pero que en el mejor de los escenarios solo implicaba rasguñar la alta adhesión de Labbé. Fue ella (y la inestimable colaboración de la arrogancia de su contendor) quien hizo que más de mil voluntarios nos volcáramos a hacer de esta la elección la que cambiara la historia en la conservadora Providencia.

La épica de estos meses enfrentará en los primeros momentos de gestión el inevitable ajuste de cuentas con la realidad. Sospecho que la Pepa presume ese ajuste. Por eso, anoche la “dueña de casa” que desde diciembre ocupará el palacio Falabella, ya nos dió una tarea. Que la fiscalicemos, que exijamos nuestro derecho a participar, que hagamos del acto de la consulta permanente y vinculante la manera en que el pacto social a escala comunal se define. En resumen, que ejerzamos nuestra ciudadanía a plenitud.

A primera hora de la tarde de ayer, mientras estaba como apoderado de la Pepa en la mesa 127V/208V, recibí un llamado. Otro apoderado me transmitía una consigna: había que convocar a las urnas a los jóvenes, por teléfono o por la redes. Hasta ese momento, adultos y adultos mayores eran la inmensa mayoría de quienes habían votado. El mal presagio corría: en las urnas los votos daban a Labbé un quinto período. Hoy, ya con la Pepa electa, el funesto augurio se transformó en una cadena de correos que llena de emoción transmite entre parte de esos mismos apoderados y apoderadas un enorme y orgulloso “sí, pudimos”.

Sí, pudimos hacer realidad que Providencia somos todos. Y lo logramos con la Pepa de todos.

* Esta entrada la publiqué ayer lunes 29 de octubre en elquintopoder.cl. La foto la saqué del Facebook de Josefa Errázuriz.

15 de octubre de 2012

Internet y las elecciones municipales

Anoche, Christian Pino, nos invitó a Pablo Matamoros y a mí al Canal 24 Horas de TVN a conversar sobre el uso de Internet y las redes sociales en las actuales elecciones municipales. Como recalqué en varios pasajes de la entrevista, creo que ésta ha sido, en general, una oportunidad perdida por las candidaturas y los partidos políticos para mostrar usos innovadores de las redes.

En comparación con las anteriores elecciones municipales (2008), sin duda el salto es grande, pero las estrategias digitales de las campañas se han centrado en usar Internet como espacio de información, en algunos casos movilización, pero casi nunca para la participación. Entre los sitios que he visto, la excepción es el de la candidatura de Carolina Tohá en Santiago, en cuyo sitio web los ciudadanos pueden aportar al programa a través de un Muro de las Ideas. Posiblemente hayan otros espacios, pero son los menos.

Son bastantes los casos de candidaturas que han realizado procesos participativos presenciales, desde varios meses antes de las elecciones, para construir sus programas con la colaboración de organizaciones y dirigentes vecinales. Por otro lado, hemos visto emerger el movimiento por el voto programático, una iniciativa que espero se consolide y que en un tiempo más sea la tónica en cualquier elección. Todo esto sin duda está en consonancia con una ciudadanía que viene hace ya varios años exigiendo más espacios para participar y que espera que su voz sea escuchada.

Sin embargo, en Internet el panorama es otro. No ha sido, como yo esperaba, la hora de "las candidaturas abiertas". Su manera clásica de acercarse y aprovechar (?) lo digital, me lleva a pensar que debe correr mucha agua aún bajo el puente para que quienes aspiran a representarnos, asuman cabalmente las oportunidades de Internet para la participación ciudadana y la construcción colaborativa de programas para los gobiernos locales.

Raro en un doble sentido. Primero, porque es precisamente en lo local donde, creo yo, mayor capacidad de aportar tiene la ciudadanía, por la dimensión cotidiana de los temas que deben administrar los municipios. Y, segundo, dado el nuevo padrón electoral, que incorpora varios millones de nuevos votantes, mayoritariamente jóvenes que usan Internet, quizá hubiera sido la red una forma de convocarlos a las urnas (algo esquivo y para lo que junto a Corporación Participa, Red Liberal y Balmaceda Arte Joven lanzamos la campaña #DecideVota hace unos días).

En ese contexto, la aplicación Municipales2012 que levantamos en forma piloto en elquintopoder.cl y que permite generar propuestas ciudadanas en seis comunas (Maipú, Recoleta, Cartagena, Estación Central, Providencia y La Reina), ha sido una rareza en el contexto general de esta elección. Una rareza pero en el sentido correcto, camino en el cual hemos contado con el apoyo en algunas comunas de Ciudad Viva.

Son varias las lecciones aprendidas, las que compartiré después del 28 de octubre. Por el momento, les dejo el video de la conversación de anoche.

4 de septiembre de 2012

Las propias uñas

El blog de Eduardo Díaz, La Naturaleza del Software, cumplió siete años. Para celebrar el acontecimiento, nos invitó a varios a escribir una entrada. Esta es fue la mía, que Eduardo publicó ayer. 

La noche del jueves 30 de agosto, la biblioteca pública de Quemchi (Chiloé) fue robada. Según la información aparecida en la prensa, fue el equipamiento computacional del programa BiblioRedes el botín de los ladrones. Un robo más como tantos otros podrá pensar quien no conoce el sentido que esos equipos juegan en una biblioteca pública. Un robo más concluirá quien no conoce, en realidad, la razón de ser de una biblioteca pública.

El nuevo informe de desarrollo humano en Chile elaborado por el PNUD concluye que los chilenos estamos satisfechos con nuestra vida personal pero manifestamos elevados niveles de insatisfacción con la sociedad en la que vivimos. Pareciera ser contradictorio. ¿Es posible afirmar que estamos contentos con nuestro bienestar personal cuando somos críticos de la sociedad en la que vivimos? Reformulemos la pregunta: ¿podemos a nivel individual presentar elevados niveles de felicidad cuando nuestro entorno no nos agrada?

Wenceslao Unanue ya está descomponiendo los datos del PNUD, poniendo el acento en la relación inversamente proporcional entre felicidad y nivel socioeconómico. Nada nuevo, dirán ustedes. Pero la pregunta sobre la cual Unanue reflexiona es sobre nuestra percepción de soledad. Mientras en el grupo ABC1 el 14% de las personas afirmó “frecuentemente me siento solo”, en el grupo E, los más pobres, la cifra llegó al 42%. No hay redes sociales, el entorno no actúa como contención ni la persona percibe que desde ahí puede proyectarse y construir un proyecto de vida. Y sin embargo, en una escala de 1 a 10, ese mismo grupo le pone un promedio de 6,7 a su “satisfacción vital”. En otras palabras, puedo ser feliz a pesar de percibir y criticar la descomposición de mi tejido social. 

Una primera lectura del informe del PNUD parece apuntar al triunfo de la lógica de “rascarse con sus propias uñas”, a contrapelo del malestar que desde fines de 2010 se viene reflejando en las innumerables manifestaciones que se han tomado nuestra vida pública. Bajo esa mirada, el robo a la biblioteca de Quemchi adquiere sentido.

Según estudios realizados por BiblioRedes hace unos años, aproximadamente 2/3 de las personas atendidas por el programa (y por extensión por las bibliotecas públicas) viven en torno a la línea de la pobreza o por debajo de ella. Son personas, ciudadanos de nuestro país, para los cuales la biblioteca representa en muchos casos la única opción para acceder a información, cultura y recreación. Robar a una biblioteca pública es robar a la comunidad, pero sobre todo robar a quienes menos tienen en esa comunidad. Y sin embargo, los robos en las bibliotecas, si bien no masivos, son una constante desde que BiblioRedes las dotara de computadores de alto estándar a fines de 2002.

Desconozco quienes están detrás del robo de Quemchi ni las motivaciones que tuvieron, pero claramente en su caso el satisfacer sus necesidades rascándose con “las propias uñas” significó atentar contra el bien común, contra el patrimonio colectivo de las tierras donde nació Francisco Coloane. Es, si me permiten la hipérbole, una sublime representación de un modelo de sociedad, de país, que de manera deliberada desde mediados de la década de 1970 se ha implantado en nuestro país, uno donde el emprendimiento personal es la base de la riqueza, donde la libertad del individuo está por sobre el bienestar del colectivo. Un deconstrucción de lo común cuidadosamente diseñada y puesta en práctica bajo la única auténtica revolución ocurrida en nuestro país, la capitalista, analizada en detalle por mi buen amigo el historiador Manuel Gárate Chateau.

El informe del PNUD no arroja resultados contradictorios, sino profundamente coherentes con el Chile que desde 1973 se viene construyendo. Somos felices en nuestra esfera personal, pero nos desagrada nuestra dimensión colectiva. Desconfiamos de las instituciones, así como desconfiamos de nuestros vecinos, o sentimos ajenos nuestros barrios llenos de grafitis o el transporte público en la capital en el que masivamente optamos por no pagar. Porque no nos interesa lo común, lo que compartimos. El encontrarnos con los otros nos estorba, nos incomoda, porque nos obliga –como todo ejercicio de construcción colectiva- a ceder parte de nuestra autonomía personal, a transar parte de nuestro proyecto individual, ese sobre el cual el PNUD concluye estamos satisfechos. No tiene sentido el esfuerzo, porque posiblemente no aumente nuestra felicidad, de la misma manera que tampoco tendría sentido que la comunidad de Quemchi manifestara su repudio por lo ocurrido a su biblioteca. Confieso, eso sí, que albergo la infundada esperanza que esto último pueda ocurrir.

Concluyo esta entrada agradeciendo a Eduardo la invitación a publicar en su blog con ocasión de un nuevo aniversario. Leo La Naturaleza del Software y lo admiro como se admiran a las especies en extinción: sabiendo que con ellas se va un pedazo de nuestra identidad. En esa porción de la blogosfera chilena (tan “década pasada” la etiqueta) que tengo sindicada, este blog, con sus recurrentes nuevos posteos, parece un dinosaurio que aún no sabe que el asteroide ya impactó la Tierra. Creo no equivocarme: esta es la obstinada manera que Eduardo tiene de aportar a la reconstrucción de lo colectivo.

11 de agosto de 2012

De rajas y metralletas


 

"Con una metralleta en la raja, todo Chile trabaja".

La afirmación es de Sergio de Castro, dicha en una entrevista grabada durante su período como ministro de Hacienda entre 1977 y 1982, registro que está disponible en la Biblioteca de la Universidad Finis Terrae. La cita la extraigo del libro de mi buen amigo e historiador Manuel Gárate, La revolución capitalista de Chile (1973-2003) (Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2012, página 189), basado en su enorme investigación doctoral, obra fundamental para entender el Chile de hoy.

A pocas semanas que en el país recordaran el centenario del natalicio de Milton Friedman y su “pensamiento basado en la libertad”, la frase, en boca de uno de los más destacados Chicago Boys, es útil para recordar el carácter cívico-militar de la dictadura que hizo posible la implantación de las políticas neoliberales en Chile. Las mismas que hoy son cuestionadas en las calles y que ha llevado a que para algunos deje de ser una metáfora, tal como muestra la imagen captada el año pasado que encabeza este breve posteo y cuyo autor lamentablemente no recuerdo.

10 de julio de 2012

#LibrosSinIVA, ¿punto de partida para qué?


Mi buen amigo Marco Coloma, en su réplica a mi entrada anterior, avanzó un paso más allá en iluminar los fundamentos que impulsan la campaña Libros Sin IVA, entre cuyos autores intelectuales se encuentra. Tomo el guante de lo que afirma y trataré en estas líneas precisar las divergencias que tenemos sobre el real impacto de una iniciativa como ésta en hacer de Chile un país más lector. 

Parto reconociendo que, como él mismo dice, coincidimos en el diagnóstico: en nuestro país los índices de lectura deben ser otros si aspiramos a ser una sociedad con mejor desarrollo humano. Pero el punto de partida desde el cual él articula toda su propuesta, la eliminación del IVA (“que debiera ser la primera pieza de un plan más ambicioso, integral y definitivo de promoción del libro y la lectura”), sigue careciendo de fundamentación empírica, así como proyecta una comprensible pero ya vieja equivocación. No es libro el que está en la base del desarrollo humano, no es el derecho al acceso a los libros el que debemos resguardar. Es la lectura y el derecho al acceso a ella (o más aún, el derecho al libre acceso al conocimiento, como conversábamos con Patricio Segura) el que debe garantizarse. Como buen editor que es, Marco sabe que el libro es solo uno de tantos soportes de lectura y por tanto no es el bien en sí el que debe hacerse accesible, sino facilitar que todos tengamos acceso y podamos participar activamente en los procesos de desarrollo personal y colectivo que la lectura provoca.

Lo anterior nos adentra en el terreno de lo simbólico y la responsabilidad del Estado en asegurar una distribución más equitativa en este ámbito. Marco, al igual que varios de quienes criticaron mi entrada anterior, recurre discursivamente a emparentar la campaña Libros Sin IVA con la demanda ciudadana por una educación pública de calidad. Ambas serían parte de un mismo ideario y por lo tanto mi propuesta de que sea el Estado el que garantice el acceso a la lectura a través de una red de bibliotecas públicas gratuita para las personas y territorialmente densa, sería el símil en este ámbito de las propuestas que se oponen a la educación pública, gratuita y de calidad. 

La contradicción en el argumento salta a la vista, pero es más evidente al leer una de las afirmaciones con la cuales Marco cierra su columna, señalando sobre la eliminación del IVA de los libros: “¿Por qué no implementar una medida probada, que convoca amplios consensos, y que justamente favorece el acceso a los libros a través del mercado?” Es necesario hacer una disección de esta pregunta retórica:
  1. Que sea medida probada, está por demostrarse. Hasta el momento, desde la campaña, más allá de comunicarse un dato cierto (el IVA 0 o diferenciado que el libro tiene en otros países), no se han mostrado cifras concretas de cómo ese tratamiento tributario del libro ha modificado los índices de lectura en esos países. Quizá porque como el propio Marco ha señalado, esa información no existe. Coincido, eso sí, en la dificultad de aislar esta variable, ya que en el fomento de la lectura operan múltiples factores.
  2. Si la medida concita amplios consensos, ¿por qué no se ha implementado aún? En los últimos días hemos visto como la efectiva estrategia de la campaña en redes sociales ha ido reuniendo el apoyo de parlamentarios, pero como bien apunta Arturo Navarro en una entrada en su blog, parece que en el poder ejecutivo la cosa no será tan fácil. Una medida como ésta nunca concitó el interés de los gobierno de la Concertación y el actual presidente llegó a La Moneda haciendo público que no iba a eliminar el IVA a los libros. Aún así, y cómo ocurre en otros temas, podría argumentarse que el distanciamiento de nuestras autoridades con la ciudadanía también está afectando su capacidad para interpretar esta demanda social. Raya para la suma: ninguno de los últimos cinco gobiernos comprometió la eliminación del IVA al libro, algo que debiera haber enfrentado la oposición de esos “amplios consensos”.
  3. Pero es el cierre de la pregunta el que más llama mi atención, ya que si esta demanda es parte del mismo universo simbólico que el clamor nacional por la “educación pública, gratuita y de calidad”, no puedo entender se justifique que la administración del supuesto derecho que se está defendiendo se haga recaer en el mercado. Y sin embargo, es mi propuesta de una red de bibliotecas públicas, financiada con cargo a los presupuesto fiscal, la tildada de tecnócrata y neoliberal, epítetos que ha recibido en diversos espacios en las que se ha discutido.

A estas alturas, parece necesario abrir una pregunta no abordada en esta reedición del debate: ¿es el  IVA el responsable del alto precio de los libros en Chile? Arrojar luz sobre este tema es fundamental, toda vez que sin afirmarlo explícitamente, la campaña deja instalada la idea que eliminando el IVA los libros tendrán un precio que permitirá a quienes ya los adquieren adquirir más y a quienes no lo hacen empezar a hacerlo. Sin embargo, como bien analizó Matías Cociña en su estudio sobre las determinantes de la lectura en Chile, el IVA solo no explica el alto precio que tienen en el país los libros importados, ya que descontado éste seguimos pagando en términos absolutos y proporcionales los precios más altos en una comparación con un grupo seleccionado de países. En  este escenario, ¿qué incentivos tiene la industria del libro para traspasar el descuento del IVA al precio final, si ya estamos acostumbrados a pagar precios altos?

Además, en el caso de los libros editados en Chile, el año 2007 (año en que Cociña hizo su análisis), el precio promedio era levemente inferior a los $7.000 con IVA incluido, por lo que tampoco podría hablarse de la inexistencia de una oferta interesante y a precios asequibles. Esto confirmaría lo indicado en los estudios sobre las motivaciones para no leer: la falta de tiempo, motivación o hábito, no el precio. Ello no impide que quienes leemos nos quejemos del valor de los libros, así como quienes consumen pan se quejan de su valor, o quienes usan el transporte público reclaman por la constantes alzas en los pasajes, o quienes compran pescado y mariscos en semana santa protestan ante las cámaras de televisión por el desembolso que realizan. Son pocos los casos en que los consumidores, en forma masiva, decimos que los bienes y servicios que adquirimos están por debajo de lo que estamos dispuestos a pagar por ellos.

Cierro abordando la composición socioeconómica de quienes en Chile se definen como lectores. Nunca he dicho que sean solo personas de ingresos altos o medios-altos, sí que estos grupos proporcionalmente leen más que los grupos de ingresos inferiores. En esto también Marco y yo coincidimos, pero lo invito a hacer un simple cálculo: ¿cuánto debería invertir una persona que gane el 2013 el salario mínimo que está pronto aprobarse en el Congreso ($193.000) si quisiera adquirir los siete volúmenes de Harry Potter sin IVA? A un valor promedio actual de $11.000 por volumen, descontado el IVA quedaría en $8.920 cada volumen, por lo que la colección completa representaría el 32,5% de un sueldo mensual bruto. ¿Es posible pensar, entonces, que el mercado resuelve el problema de acceso a la lectura a los más de 900 mil chilenos que ganan el sueldo mínimo? Mucho me temo que no. Cabe preguntarse para qué es punto de partida Libros Sin IVA.

Actualización. Gracias al infalible Eduardo Díaz, reconozco el error de mi cálculo en el párrafo anterior. El valor del volumen de Harry Potter, descontado el IVA, sería $9.244.

7 de julio de 2012

¿Por qué no adhiero a la campaña #LibrosSinIVA?


Hace pocos días se lanzó la campaña ciudadana Libros sin IVA, que como su nombre indica apunta a que los libros tengan un tratamiento tributario diferenciado en Chile. En su grupo gestor tengo varios buenos amigos, por eso me alegro que en escaso tiempo haya superado (al momento de escribir estas líneas) las 29 mil firmas. Si tu compartes los principios del manifiesto que fundamenta esta iniciativa, sugiero te sumes a ella.

Antes, eso sí, te invito a que conozcas las razones por las que no adhiero a esta campaña, porque aunque logre su objetivo (eliminar el IVA al libro), no creo tenga impacto significativo en hacer de Chile un país más lector.

1. Como decía Lenin, los hechos son obstinados, y en este caso, pese a lo que el lugar común afirma, el precio de los libros no está entre las principales razones que los chilenos esgrimimos para justificar por qué no leemos. No entraré en los detalles, ya que los abordé no hace mucho, pero los principales estudios de 2009, 2010 y 2011 sobre nuestro comportamiento lector ubican la falta de tiempo, de interés, de costumbre o preferir otras alternativas de entretención como razones más importantes para no leer. Sí, los mismos estudios que la campaña Libros sin IVA usa para fundamentar sus afirmaciones.

2. Como parte central de la campaña, se señala que Chile es uno de los países del mundo con el IVA más alto al libro. Además, se indica que en el contexto latinoamericano casi todos los países tienen un IVA diferenciado (menor al que pagan otros bienes y servicios) o no gravan con este impuesto el libro. De manera implícita, se establece la relación entre nuestros índices de lectura y el valor de los libros. Sin embargo, nuevamente la obstinada realidad dice otra cosa. Pese a nuestra “desventajosa” situación en este tema en la región, según un reciente estudio de Cerlalc, Chile es el segundo país con mayores niveles de lectura en América Latina (solo superado por Argentina). Es decir, al compararnos, el mayor IVA que pagamos nosotros por los libros no ha impedido que estemos en la vanguardia continental en tasas de lectura.

3. En la jerga de los economistas, eliminar o rebajar el IVA a los libros es una medida regresiva. Uno de los objetivos principales de los sistemas tributarios es redistribuir la riqueza al interior de una sociedad. ¿Quién se vería beneficiado con una medida de este tipo en Chile? Aquel segmento de la sociedad que compra libros, que como demuestran los diversos estudios está compuesto mayoritariamente por personas de ingresos medios-altos y altos. En esta dimensión, la campaña encierra lo que podría denominarse una trampa ética, ya que si bien el lema parece apuntar a hacer más equitativo el acceso a la cultura, en la práctica consolida el acceso desigual al libro. 

4. No puedo dejar de preguntarme si un libro más barato producto de un menor IVA, será incentivo suficiente para que en La Pintana, Tirúa, Vallenar, Putre o Isla de Pascua, por poner solo algunas comunas, proliferen las librerías. A priori, creo que no, por lo que para muchos chilenos y chilenas, ese libro más barato seguirá estando en una ciudad o comuna distante. En la práctica, dudo tenga un efecto relevante en la desagregación geográfica de la oferta, por lo que el mercado del libro seguirá territorialmente tan concentrado como hoy está. Claro, se podrá argumentar que esta medida no basta y que debe ser acompañada por otras acciones que apunten a fortalecer la cadena de distribución de la industria del libro en Chile. No faltará entonces quienes promuevan algún régimen tributario especial para las librerías en regiones.

5. Por último, cuando cerca de 900 mil personas ganan el salario mínimo o menos en Chile (que en la práctica significa trabajar para seguir siendo pobre) y la canasta básica de alimentos (una de las herramientas para medir la pobreza en el país) requiere una urgente actualización para descubrir una pobreza latente que se esconde en las estadísticas oficiales, si vamos a hablar de eliminar el IVA a algo, más importante parece hacerlo a los bienes y servicios de primera necesidad. La campaña ha sido exitosa en capturar el valor simbólico que encierra su lema, sabiendo apelar a ese ethos indignado que en el último tiempo las desigualdades en Chile han masificado, pero para un grupo significativo de nuestra población, el más necesitado en este ámbito, los que están en los primeros quintiles de ingreso, su beneficio será casi nulo.

Quizás al terminar estas líneas pensarás que es la típica crítica destructiva a una iniciativa noble y necesaria. Y además, sin proponer nada a cambio. Pero no te engañes. Si de fomentar un acceso equitativo a la lectura se trata, hay un Plan B. Sí, con B de Biblioteca.

29 de mayo de 2012

La violencia y la guitarra de la democracia

Dos enormes reflexiones de Iván Fuentes, uno de los líderes de la Mesa Social de la Patagonia, parte de una columna publicada en Le Monde Diplomatique. Un tratado sobre cómo recuperar la política y llenarla de sentido común.

Sobre la violencia:
Cuando hablan de violencia olvidan que hay una violencia silenciosa. Existe la violencia cuando se enciende el neumático, pero esa gente no es violenta, es gente pacífica, que nunca había protestado que nunca había tenido un sí ni un no con la autoridad. Son campesinos, pescadores artesanales, mujeres dueñas de casa, que encienden el primer neumático porque están hartos de la violencia silenciosa, de la miseria, de las promesas incumplidas, de las cartas sin respuesta, de las esperanzas frustradas. La violencia silenciosa es mucho más grave que la violencia del neumático encendido.
Y sobre la guitarra de la democracia:
Nos hemos dado cuenta que hay que afinar la guitarra de la democracia. No me refiero a un partido en específico, sino a la política, que está enferma, pero la necesitamos sana. La gente dice, los políticos aquí, los políticos allá, no voy a votar por los políticos, estoy cabreado de ellos, pero eso es grave, ya que si no votamos nosotros otros lo harán y el presidente va a salir igual, aunque sea con un ocho por ciento, por eso creo que es mejor votar, pero hay que tirarle las orejas a todos los partidos, a todos. ¿Dónde están las patrullas juveniles de los partidos? ¿dónde están los líderes del 2015, del 2025?