Tarde de verano en Guanaqueros. Antes de bajar a la playa, voy al ciber cercano a la casa, para conectarme un rato. Abro mi cuenta en Facebook y leo dos mensajes que me dejaron en el muro. ¡Me están felicitando porque voy a ser padre por tercera vez! ¡¡¡¿¿¿¿Ahhhhh???!!!! Mi amado tormento, que en esos momentos está durmiendo la siesta, no me ha comentado nada y yo, hombre fiel y leal a ella, no tengo "deudas impagas" en otros lados.
Minutos después, descubro la razón de las felicitaciones. Una buena amiga, ciudadana facebookiana ella, me ha etiquetado a mí (y a un lote grande de sus amistades) en la ecografía de su hij@ en gestación. Una práctica que descubrí semanas antes, cuando para enviar saludos navideños, algunos contactos me etiquetaron en tarjetas con pinos, renos, papa noeles, pesebres, niños dioses, etc.
Pasa -aunque no me guste la práctica- cuando es un saludo navideño, pero cuando el etiquetado lleva a la gente a creer que uno será padre, emergen conflictos y situaciones no resueltas del tránsito actual entre los mundos hipo e hiperconectado. Una combinación en la que usos no previstos del etiquetado social, más el exceso de información de la red de redes y ciertas carencias de comprensión lectora, hacen que un genuino intento por compartir la alegría de un futuro nacimiento, se convierta en la raíz de una equivocada (y algo cómica) ronda de felicitaciones.
Cada vez es más frecuente escuchar historias como ésta. Recuerdo la de otra amiga que varios días después de que yo la etiquetara en una foto en que aparecía bailando en un aniversario institucional, me comentara que la sobrina de su novio le dijo -delante de toda la familia del novio: "Tía, parece que te gustan las fiestas".
El etiquetado social en la Web, potente vehículo para la inteligencia colectiva, tiene también -como casi todo en la vida- su lado B: es como ese "dedo social" que apunta en la plaza del pueblo a aquellos que, a los ojos de los defensores de las buenas costumbres, han caido en falta. Es como el rumor, el chisme, pero en versión 2.0. Gossip, que le dicen los gringos.
Pareciera sensato, por tanto, en tiempos de ubicuas cámaras digitales y de una creciente compulsión de abandonarse a un desenfrenado etiquetado por parte de los millones de usuarios de las redes sociales, tener cierta cautela a la hora de posar o aclarar públicamente confusiones provocadas por usos sociales innovadores de desarrollos tecnológicos. Ya conocen el viejo refrán aggiornado: las etiquetas las carga el diablo.
Minutos después, descubro la razón de las felicitaciones. Una buena amiga, ciudadana facebookiana ella, me ha etiquetado a mí (y a un lote grande de sus amistades) en la ecografía de su hij@ en gestación. Una práctica que descubrí semanas antes, cuando para enviar saludos navideños, algunos contactos me etiquetaron en tarjetas con pinos, renos, papa noeles, pesebres, niños dioses, etc.
Pasa -aunque no me guste la práctica- cuando es un saludo navideño, pero cuando el etiquetado lleva a la gente a creer que uno será padre, emergen conflictos y situaciones no resueltas del tránsito actual entre los mundos hipo e hiperconectado. Una combinación en la que usos no previstos del etiquetado social, más el exceso de información de la red de redes y ciertas carencias de comprensión lectora, hacen que un genuino intento por compartir la alegría de un futuro nacimiento, se convierta en la raíz de una equivocada (y algo cómica) ronda de felicitaciones.
Cada vez es más frecuente escuchar historias como ésta. Recuerdo la de otra amiga que varios días después de que yo la etiquetara en una foto en que aparecía bailando en un aniversario institucional, me comentara que la sobrina de su novio le dijo -delante de toda la familia del novio: "Tía, parece que te gustan las fiestas".
El etiquetado social en la Web, potente vehículo para la inteligencia colectiva, tiene también -como casi todo en la vida- su lado B: es como ese "dedo social" que apunta en la plaza del pueblo a aquellos que, a los ojos de los defensores de las buenas costumbres, han caido en falta. Es como el rumor, el chisme, pero en versión 2.0. Gossip, que le dicen los gringos.
Pareciera sensato, por tanto, en tiempos de ubicuas cámaras digitales y de una creciente compulsión de abandonarse a un desenfrenado etiquetado por parte de los millones de usuarios de las redes sociales, tener cierta cautela a la hora de posar o aclarar públicamente confusiones provocadas por usos sociales innovadores de desarrollos tecnológicos. Ya conocen el viejo refrán aggiornado: las etiquetas las carga el diablo.
4 comentarios:
¡Perro! ¡¿Vas a negar ahora a nuestro hijo?!
Srta. Yampa,
¿Por qué me exige a mi me haga cargo del producto de su amorío con el Sr. Grás? Si desea contactarlo, hágalo a la siguiente dirección:
Sr. Patasné Grás
Sepa Moya 666
Peor es Nada (pueblecito entre la VI y VII Región)
a entonces voy a poner ojo por el Sr. Grás, ya que esta cerca de la séptima.
Te saluda
Representante 7.0
@Representante 7.0,
hace bien ustede en poner ojo, pero el Sr. Grás tiene el don de la ubicuidad.
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