
28 de abril de 2008
20.000 leguas...

24 de abril de 2008
La frase del día
La Biblioteca Pública como cemento del capital social de la comunidad.Una frase simple que resume un concepto complejo.
23 de abril de 2008
Hoy ha sido un gran día...
18 de abril de 2008
Comparación
16 de abril de 2008
Estimulante 2.0
14 de abril de 2008
E-lapidar
11 de abril de 2008
Hogar
7 de abril de 2008
Leer es más que un libro

6 de abril de 2008
Me conecto, ergo leo
No. Sólo me remitiré a compartir mi hábito lector en el primer trimestre de 2008 y cómo su saludable estado tiene una relación directamente proporcional con mis hábitos de navegación (y cierta mínima capacidad de mis tarjetas de crédito). Si: yo seré el caso de estudio.
Análisis cuantitativo
Considerando los libros que he adquirido desde enero (ya que no voy a hablar de lo que leo en pantalla, sino de lo que leo en papel), que se encuentran ya leídos, a medio leer o esperando su turno de lectura, las cifras son:
- 6 libros adquiridos tras conocerlos inicialmente en Internet (5 de ellos comprados a través de Internet)
- 3 libros adquiridos tras conocerlos inicialmente en librerías (1 de ellos comprado luego de haber confirmado mi interés tras leer una reseña en Internet)
- 1 libro adquirido tras ser recomendado verbalmente por alguien en cuyo criterio lector confío
- 1 libro que me regalaron (pero que leí después de haber buscado referencias en Internet)
En 8 de 11 libros, estar conectado a Internet ha sido el elemento que me ha permitido conocerlos, adquirirlos o tomar la decisión de leerlos. Además, en 4 de esos casos (posiblemente 5), son libros que no están accesibles en librerías en Chile. Es decir, mi hábito de navegación en Internet ha marcado el 72,7% de mi hábito lector de libros durante el primer trimestre de 2008, siendo Internet en el 45,4% de los casos la plataforma de comprar de los libros. O dicho de otra manera: sólo en 1 de cada 4 libros que he puesto en mi lista de lectura he llegado por un camino distinto a Internet, y sólo la mitad de los libros que compro lo hago en librerías.
Análisis cualitativo
Obviamente, comparto esta personal estadística porque, además, está asociada a un proceso que le da contexto: el promedio de mis horas semanales dedicadas a la lectura de libros ha aumentando respectos de los años anteriores.
De manera temprana desarrollé mi gusto por la lectura, pero hacia fines de los noventa atravesé una suerte de “sequía lectora”, quizás provocada por ocho años seguidos de lecturas obligatorias entre licenciatura y magister.
Hace unos años retomé la periodicidad en el hábito, pero recién hacia principios del año pasado “me entregué” a la práctica con una intensidad inusitada. Coincide este cambio con la instalación de banda ancha en mi departamento y la posibilidad de hacer más profundo y selectivo mi acceso a Internet. Coincide también, por cierto, con “mi inmersión” en la blogosfera hispanoparlante y, en menor grado, la norteamericana. Y ahora, tras un año, esta “inmersión” empieza a manifestarse de forma insospechada cambiando e intensificando mis lecturas.
¿Estaría leyendo tanto si no pasara tanto tiempo conectado? No. Sólo mis horas de exposición a la televisión (y mis horas de sueño, dice mi esposa) han rebajado su cuota en forma significativa. O sea, que cuanto más me conecto, más libros compro y más libros leo.
Lo más significativo es que aquellos libros que he adquirido tras descubrirlos en Internet, no obedecen a un patrón fijo de recomendación. En realidad, soy poco asiduo a las páginas de crítica literaria, por lo que en más de una ocasión tras leer una sola frase citada en un blog he terminado cinco minutos después aceptando un cargo de Amazon en mi tarjeta de crédito. En estos casos, más que el libro en sí o el autor de éste, ha sido la valoración que tengo del blog o del autor del blog, el que me ha llevado al libro.
Algunos ejemplos. Genís Roca me llevó a Tiempos Líquidos de Zygmunt Bauman; una simple cita en el blog de Cristobal Cobo me motivó a comprar Understanding Knowledge as a Commons, volumen editado por C. Hess y E. Ostrom (y además me empujó a poner en el dominio público Cadaunadas); Nicholas Carr me vendió directamente su última obra, The Big Switch; Luís Ramírez y su Amazon Wish List me presentaron Internet Politics de Andrew Chadwick; y en mi paroxismo lector Marco Antonio Zúñiga me "forzó" a estar inscrito en la lista de espera de Amazon para un libro que recién será publicado en agosto de este año (es el libro que falta en la foto de esta entrada: aún se transa en el mercado de futuros).
Conclusión
Me conecto ergo leo. Si, ya sé que no soy representativo de nada, pero da lo mismo: esta es una cadaunada sobre mis hábitos de lectura. Y en mi caso, Internet es sólo comparable –como medio de fomento lector- con el excelente profesor de filosofía que tuve en la enseñanza media. El dato raro de este autoestudio es que de los 3 libros que adquirí sin influencias de Internet, 2 tienen relación con las transformaciones culturales provocadas por Internet (por lo que compro libros también para justificar mi mayor conexión a la Red).
Memoria
5 de abril de 2008
V Encuentro Nacional de BiblioRedes
La de Soledad Ferreiro, quien nos invita a cambiar el paradigma de la biblioteca. De la biblioteca en un mundo de información, a la biblioteca en un mundo de redes sociales, lo que implica entender –entre otras cosas- que el usuario, más que necesidades de información, tiene preocupaciones (compromisos, identidad y valores) y que el ser humano que llega a la biblioteca no es tan sólo un individuo, sino una persona que “habita el mundo” socialmente y que desde ahí construye y reconstruye en forma continua su relación con la información.
Y la de Fernando Juárez, quien resume (en realidad resumo yo, traduttore traditore) que para aprovechar las tecnologías en beneficio del servicio de las bibliotecas a sus comunidades se deben mezclar en la proporción justa los siguientes elementos: actitud, capacidad innovadora, las dos puertas (la física y la virtual) y los usos no previsibles de la tecnología. Y entender que la web (en especial la 2.0) es como una fiambrería: “compras” sólo aquellos que quieres o necesitas y en la proporción que requieres.