Hace ya varias entradas que vengo hablando del V Encuentro Nacional de BiblioRedes, sin compartir lo que más me gustó.
Lo hago ahora, un sábado en la noche, cuando ya he logrado desconectarme de la intensidad de mi primera semana como Subdirector de Bibliotecas Públicas de la DIBAM (para quienes leen Cadaunadas y no me conocen en persona, una aclaración: ocuparé temporalmente el cargo, para retornar en seis meses a la Coordinación Nacional de BiblioRedes). Mi amado tormento está de fiesta con unas amigas y mis hijos duermen. Es decir, tengo tiempo para sentarme y esbozar algunas ideas.
Como en las cuatro versiones anteriores, fue una instancia para conectarse con el día a día de las bibliotecas y BiblioRedes, en especial por la posibilidad de conversar y compartir con los equipos de las treinta bibliotecas presentes y los voluntarios de BiblioRedes que invitamos. Es este intercambio el centro y corazón de estos encuentros y lo que permite que se cumpla el objetivo de la reunión: recargar las pilas (JP, no te sientas aludido).
De las presentaciones, destaco tres reflexiones.
La de Soledad Ferreiro, quien nos invita a cambiar el paradigma de la biblioteca. De la biblioteca en un mundo de información, a la biblioteca en un mundo de redes sociales, lo que implica entender –entre otras cosas- que el usuario, más que necesidades de información, tiene preocupaciones (compromisos, identidad y valores) y que el ser humano que llega a la biblioteca no es tan sólo un individuo, sino una persona que “habita el mundo” socialmente y que desde ahí construye y reconstruye en forma continua su relación con la información.
Y la de Fernando Juárez, quien resume (en realidad resumo yo, traduttore traditore) que para aprovechar las tecnologías en beneficio del servicio de las bibliotecas a sus comunidades se deben mezclar en la proporción justa los siguientes elementos: actitud, capacidad innovadora, las dos puertas (la física y la virtual) y los usos no previsibles de la tecnología. Y entender que la web (en especial la 2.0) es como una fiambrería: “compras” sólo aquellos que quieres o necesitas y en la proporción que requieres.
En resumen, un muy buen Encuentro, en el que por cierto no faltó ni camaredería ni “agüita con limón”.
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