26 de diciembre de 2008

Apoyemos la Carta por la Compasión

Vía Leo Maldonado, conozco esta gran idea: hacer del 2009, el año en que construyamos globalmente la Carta por la Compasión. Bien podría ser el hito fundacional de un nuevo mundo basado en la regla de oro presente en todas las religiones del mundo: no le hagas al prójimo lo que no te gustaría te hicieran a tí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya sabía yo que las desigualdades sociales, la pobreza, las diferencias entre naciones ricas y pobres (y pa qué seguir la lista), no estaban en las estructuras económicas, en los modelos políticos. ¡Compasión nomás! Es lo que hace falta.
La globalización da pa todo, la verdad.
Además, el video, ¡tan local, tan nuestro, tan asentado en las realidades de A. Latina!

Enzo Abbagliati Boïls dijo...

@Colodion,
nadie ha dicho (ni en el video ni en el sitio web) que la falta de compasión sea el origen de las desigualdades en el mundo, ni que éstas se arreglen a través de la compasión. Lo que está detrás de esta idea (y que es lo que a mi me parece relevante) es que esa sencilla regla (no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a tí) puede ayudar (y mucho, a mi juicio) a que las cosas cambien.
Y sí, vivir globalmente da para todo. Incluso para darse cuenta de que más allá de nuestras estrechas visiones de mundo hay personas de otras religiones, geografías y culturas con los que compartimos más valores que con el vecino que vemos todos los días.
Y a propósito de la falta de sabor local que echas de menos, creer que en un mundo hiperconectado siguen imperando lógicas de la guerra fría, es cuando menos ingenuo. Y, ojo, que tengo claro que la inmensa mayoría del mundo sigue siendo pobre, sigue estando excluido. No necesito ver aymaras, ni que me hablen en castellano, ni leer estadísticas sobre pobreza y marginación en algunas de las grandes ciudades de nuestra América para darme cuenta de que el problema es el mismo y, por lo tanto, la propuesta de solución merece atención.

Anónimo dijo...

A ver, el video da cuenta de desigualdades múltiples, en su lenguaje un tanto místico. La regla tiene el mismo peso y efectividad que "Has el bien sin mirar a quien" y otras por el estilo, creadas antes de que se inventara la máquina a vapor y universalizadas antes de que se inventara la electricidad. Ni hablar de sus efectos.

Respecto a que "más allá de nuestras estrechas visiones de mundo hay personas de otras religiones, geografías y culturas con los que compartimos más valores que con el vecino que vemos todos los días", también es algo más o menos conocido (para quien se interese) desde la segunda guerra mundial.

Por cierto, el mundo hiperconectado es lo bastante vasto como para constatar que, según donde te pares (en lo virtual o en lo real) siguen imperando lógicas de la guerra fría. Al final uno escoge con qué pedazo de la red se queda (si las identidades se escogen, en la virtualidad también se escoge. (Sugiero leer a Amartya Sen).

No me caben dudas de que conoces las desigualdades de todo tipo que existen aquí y allá. Por lo mismo, me parece que la "propuesta" que suscribes resulta muy pobre respecto a la intensidad y densidad de esas desigualdades.

Enzo Abbagliati Boïls dijo...

@Colodion, insisto, la compasión, que no es más que la capacidad de asumir el dolor del otro y trabajar para aliviarlo, es sólo un elemento más para atacar las desigualdades. Está en cada uno definir cuál es la importancia de ella en el conjunto de alternativas que tenemos para hacer del mundo un lugar con mayor equidad (sugiero recordar a Gandhi).

Maria Eugenia dijo...

MOVIMIENTO MUJERES-HOMBRES X LA PAZ


CARTA A LA COMPASION
Por: Maria Eugenia García Benedicto

La disposición y compromiso que debemos asumir frente al dolor de un hermano, animando su existencia entregándole con humildad nuestra ayuda y cariño…eso, para mí es COMPASION.

PARTE DE NOSOTROS
Hace unos años llegaron a nuestro campo una mujer y un hombre a pedir trabajo, nadie les había querido ayudar (por su apariencia) y además no tenían ningún papel de identidad, mi marido conversó conmigo, me dijo que el le daría trabajo al hombre en el campo y quizás yo podría dar trabajo a la mujer en la casa, advirtiéndome que era “muy fea” eso a mi no me importaba, entraron al salón y me quedé espantada de ver a la mujer, era muy bajita, llevaba un vestidito celeste que sería de una niña de 10 años le apretaban sus grandes senos como si fuese un corsé, tenía, bastantes patillas y bigote era desdentada y padecía algo de estrabismo, no era fea porque no la podía comparar con un ser humano, parecía más un primate triste y asustado, sentí mucha pena y decidí darle el trabajo, lo malo es que yo la miraba y no sabía como componerla para que pareciera personita, nuestros hijos de 7 y 9 años cuando la conocieron les dio susto y el chico se puso a llorar, no les hice mucho caso les prometí que después se vería mejor.
Bueno, comencé por hacerle que se bañara le pasé ropa “mi profesión es esteticista” así que la llevé a mi centro, la depilé, le hice una limpieza de cutis, hidratación, nutrición etc. La mujer alucinaba con tanto aparato, el pelo lo tenía hermoso muy negro y ondulado, le hice un corte lindo y después la maquillé muy suave naturalmente se notaba el cambio pero me faltaba algo súper importante su dentadura, eso llevó más tiempo pero también llegó el día que podía reírse feliz, no sabía leer pero era muy lista, le enseñé a cocinar y aprendía bien, llegó a entender hasta cuando hablaba francés o ciertas palabras que solo las dicen en mi tierra.
Maria era su nombre, abandonada por su madre donde unos parientes, escapó a los 8 años e hizo de la calle su casa, tuvo una vida horrible que eso quedará para mí, me decía que nosotros fuimos los únicos que le habíamos tratado como ser humano, fue casada y madre sus hijos le tenían vergüenza (después cambiaron de opinión cuando ella les fue a visitar y la encontraron tan cambiada para bien) su marido la maltrataba, ella se arrancó y se fue otra vez por el mundo con su nuevo compañero Ángel, se querían mucho, el era buen hombre lamentablemente alcohólico, en Navidad les invitábamos a compartir con nosotros la cena, yo era quien cocinaba y servia ese día tan especial que Maria nunca había vivido, después venían los regalos, nuestros hijos llegaron a quererla mucho y el día de la madre también le hacían su regalito con una postal pues sabían que sus hijos no lo harían.
Un día Ángel se durmió para siempre sentado en una mesa de un bar. Maria estuvo con nosotros un tiempo pero siempre recordaba a su compañero y me decía que todas las noches venía a taparla y que le hablaba, me ausenté del país, al volver mi marido me cuenta que un hijo vino a buscarla y se marchó por un tiempo.
Nunca más supimos de ella.
Que seas muy feliz Maria allá donde estés, te recordaremos siempre.