3 de octubre de 2008

[1 año] Emociones, política y web 2.0

Fotografía: Azul roto, de Alé, con licencia CC:BY-ND

Por Marco A. Zúñiga (*)

A principios del 2007, en medio del calor del verano, nos reunimos un grupo de curiosos y motivados ciudadanos provenientes de diversos espacios, respondiendo a una amplia convocatoria realizada por Luis Ramírez, como coordinador y vocero de diversas organizaciones.

El punto de encuentro fue una sala de clases de la Universidad de Chile, para dar inicio oficial y formal en Chile, a la campaña Un Computador por Niño.

Todos los participantes nos presentamos y dimos nuestra opinión. Nos escuchamos con respeto y conversamos de muchos temas, bajo la premisa de que el único interés de los asistentes era soñar un mejor futuro para nuestro país.

Fue una reunión intensa, donde se discutió del poder, de la inequidad, de la construcción de un sueño país, de los espacios de influencia. Habían muchos puntos de consenso, pero también varias opiniones encontradas. En definitiva, fue una reunión (aunque a muchos de los presentes les molestara) eminentemente "política", pero de la "buena política", construida desde los ciudadanos. Qué gratas esas discusiones, con esas premisas y en ese ambiente.

Al final de dicha reunión, se me acercó amablemente una mujer de mediana edad, quien me dijo:

Marco, gusto en conocerte. Sobre tus opiniones, algunas las comparto y en otras estoy en desacuerdo. Pero te quiero pedir un favor.
Cuando hablabas de los ciudadanos y de lo que queríamos para este proyecto, usaste en algún momento como ejemplo a "La Señora Juanita". Yo trabajo en los Telecentros de la zona Occidente de Santiago, en zonas muy pobres. Te quiero comentar que para las señoras cuyo nombre real es Juana o Juanita, cada vez que se menciona su nombre como el ejemplo de la pobladora pobre, que no entiende nada, inculta, que lo único que requiere es asistencia, con hijos y que no sabe qué hacer, a quien hay que explicarle todo casi como a un parvulario, y que está desconectada del "mundo", es una continua ofensa. Hoy muchas tienen vergüenza de decir su nombre. Se vuelven tristes. Más aún, muchas incluso quieren cambiar su nombre. Lo único que te quiero pedir, es que no uses más ese ejemplo.


No pude responder nada. Era algo sobre lo cual estaba totalmente ciego. Cuánta razón tenía. Y lo único que atiné a decir fue "Muchas Gracias", con un gran dejo de culpa.

Cuento esta situación, porque el (desde ese momento para mí) funesto ejemplo de la señora Juanita (y que espero los lectores de este artículo eviten en el futuro, para no seguir reproduciendo el estigma), proviene precisamente desde el mundo político tradicional, de la "alta política", utilizado frecuentemente por nuestros "importantes actores políticos".

Lamentablemente, ya es un lugar común, Y a quienes los temas públicos nos interesan, incluso en nuestro lenguaje cotidiano, ese estigma nos ha "mal influenciado".

Conecto esta situación con un libro que volví a encontrar hace unos meses en mi biblioteca personal y que he vuelto a leer con mucho gusto. Es un hermoso libro, titulado "Emociones y Lenguaje en Educación y Política", siendo una recopilación de un par de conferencias dictadas por el Profesor Humberto Maturana a principios de 1988. Es un libro "antiguo" pero plenamente vigente, escrito en medio del profundo cambio en el Chile de hace 20 años, desde la dictadura hacia un gobierno democrático.

Lo que me llamó poderosamente la atención en esta nueva lectura, es que el Profesor Maturana ya identifica en ese tiempo un fenómeno que en mi opinión persiste hasta el día de hoy: la profunda desconexión en Chile de la "clase política" (entendida como las dirigencias de los actores políticos tradicionales), con los ciudadanos. Más aún, con los sentimientos de los ciudadanos. Y esto en forma transversal, evitando un particular sesgo partidario o de un grupo específico. Es decir, Maturana hace explícita la falta de vínculos emocionales con la ciudadanía, por parte de quienes "administran el poder" en Chile.

Cito textual:

"La democracia es una obra de arte político cotidiano que exige actuar en el saber que no se es dueño de la verdad y que el otro es tan legítimo como uno. Más aún, tal obra exige la reflexión y la aceptación del otro, y por sobre todo, la audacia de aceptar que las distintas ideologías políticas deben operar como distintos modos de mirar los espacios de convivencia que permiten descubrir distintos tipos de errores en la tarea común de crear un mundo de convivencia en el cual la pobreza y el abuso son errores que se quiere corregir. Esto es una cosa distinta de la lucha por el poder.

El ejemplo presentado de la Señora Juanita es un reflejo de esa desconexión emocional, en que los políticos tradicionales niegan al ciudadano común y corriente como el legítimo depositario de los deseos individuales y colectivos, a quienes deben "responder" en vez de "guiar mesiánicamente".

Enzo me invitó a compartir unas ideas en este hermoso espacio llamado Cadaunadas que cumple su primer año, donde además de la reflexión profunda y documentada, con interesantes análisis sobre el impacto de las tecnologías en los procesos sociales, su dueño abre un espacio de conversación relacionado con su propia historia personal, con las historias de sus colaboradores y donde se comparten diversas emociones relacionadas con los proyectos que ha liderado codo a codo con sus equipos, partiendo por Biblioredes, la permanente búsqueda del rol de las Bibliotecas en este mundo turbulento y proyectos silenciosos pero de alto impacto para las personas, como el Maletín Literario. Cadaunadas es un espacio de emociones y de reflexión. Y esa combinación es una fecunda amalgama para moldear colectivamente sueños de futuro.

La Web 2.0 permite que los ciudadanos se expresen desde su individualidad, desde su emocionalidad, a veces en forma espontánea y otras en forma premeditada. Surgen nuevos espacios colectivos de encuentro y construcción, como tímidos experimentos para estas nuevas formas de hacer política.

Y tal vez por las restricciones que todavía tienen estas nuevas formas de interacción, el "otro" es tan legítimo en su opinión y en su sentimiento como cualquier "otro", más allá de "roles o posiciones".

Nuevos procesos como la mencionada campaña Un Computador por Niño y el recién estrenado espacio llamado Educación 2020, son ejemplos concretos de que la tecnología, sin ser la causa primigenia ni el catalizador, es un facilitador para estos espacios de encuentro de sentimientos ciudadanos y la creación de sueños colectivos y colaborativos.

Y más temprano que tarde, redibujará el escenario del poder y la política. Al menos, es el sentimiento de esperanza que a muchos nos mueve.

(*) Marco A. Zúñiga es consultor en innovación y emprendimiento, y autor del blog E-arquitectura. Con este bonus track, completo la serie de entradas redactadas por blogueros invitados para celebrar el primer aniversario de Cadaunadas. A todos, mil gracias.

4 comentarios:

Elinett dijo...

El tema que mas me apasiona en el momento politico actual, y me preocupa desde hace mucho tiempo, como socialista que soy, porque ese es precisamente el sello que pensaba yo que aportabamos desde mi mundo, es el que pone en la palestra Marco (y Maturana): la lejania de quienes ostentan el poder politico de los que tiene el poder real (la gente). Y la expectativa para el futuro me preocupa aun mas, porque si algo entiendo de democracia, esa lejanía es la expresión mas clara de la imperfección de nuestra democracia. Me entusiasme para compartir con ustedes algunos pensamientos y mi propia experiencia, donde lucho dia a dia para que no me coopte el "sistema establecido", la cultura del poder politico establecida, y mi obstinación para marcar la diferencia aferrandome mas bien a los de abajo que a los de arriba, para seguir siendo lo que autenticamente me corresponde. A pesar de las consecuencias que esto trae.

Anónimo dijo...

Estimado Marco: una entrada interesantísima, que en muchos aspectos comparto, y que debería ser parte de nuestra conversación en la pantagruélica cena que nos deben. De hecho, creo que ya ha llegado el momento de estimular al anfitrión y mecenas de este postergado encuentro. ¿Te gustan los restaurantes de Bellavista o prefieres los de otro sector? Un saludo

Maz dijo...

@Querida amiga Elinett: Nunca pierdas esa conexión que tienes con los ciudadanos, y que muchos te reconocemos. Un gran abrazo.

@Estimado "Preservador Digital de Cuadritos de Realidad": ¡Es verdad! Dado que el último tiempo nuestro mecenas se ha dedicado exclusivamente a profundizar su trotamunda adicción, abandonando a sus protegidos en famélico desamparo, Bellavista podría compensar (en parte) algunas de nuestras sibaritas necesidades. Gracias por tu comentario. ;-)

Anónimo dijo...

Muy interesante, como de costumbre tus reflexiones, y por cierto que recuerdo el episodio de la "Señora Juanita" en esa reunión.

Parece que la cosa va por el lado de el tratamiento uniforme y homogéneo que algunos políticos, empresas(y nosotros mismos) les damos a la gente. A veces puede ser una cuestión de comodidad u otras de estrategia. Lo cierto es que "las masas" (concepto tan del siglo XX) están cada día más fragmentadas....es el tiempo de las "largas colas" de señoras juanitas con sus individualidades...