Fotografía de Ramiro García, con licencia CC:BY-NC-ND
La participación en un panel sobre el rol social de las bibliotecas y el conocer a las primeras familias beneficiadas por el Programa Maletín Literario, han sido excelentes oportunidades para repensar la labor de las bibliotecas públicas (y, de paso, retomar el sentido más profundo que motiva mi quehacer diario).
Es una reflexión que hago desde mi experiencia, no desde mi formación, una aproximación marcada por estar ya más de ocho años en la trinchera de las bibliotecas públicas, un frente en el cual la carencias de nuestro modelo de desarrollo son evidentes todos los días. Por ello, mi mirada tiene un sesgo particular, en el que la función social de la biblioteca pública predomina por sobre los otros roles. Además, mi mirada sólo puede referirse a la biblioteca pública, ya que si bien intuyo en otros tipos de biblioteca la misma orientación, mi experiencia se limita a este ámbito.
El "negocio" de las bibliotecas públicas no es prestar libros, no es fomentar la lectura, no es dar acceso a la información, no es generar medios de acceso a la cultura, no es ofrecer acceso a Internet.
No. El "negocio" de las bibliotecas públicas es promover el desarrollo de las comunidades que atiende, es ser agente de cambio social.
¿Qué significa para una biblioteca pública ser agente de cambio social?
La respuesta requiere de un contexto. El punto de partida es la transición desde la sociedad industrial hacia la sociedad de la información, que pone al acceso y uso de la información en redes (Castells) como variable central del desarrollo de los grupos humanos y las personas.
La riqueza espiritual, intelectual, afectiva y material de las personas, en suma, su calidad de vida, depende del tipo de interacción que tengan con esas redes y a la información y conocimiento que en ellas fluye. Ello en una época donde la tecnología está permitiendo un cambio radical en esas interacciones: cada vez es menos relevante la ubicación de la persona en esas redes, cada vez es mayor el poder de influencia de las personas, grupos y culturas antes consideradas periféricas (Benkler). Una influencia que se expresa en la creciente capacidad de tomar o intervenir en las decisiones, las grandes decisiones relativas a que se entiende por libertad, justicia y riqueza; una influencia que se materializa, entre otras maneras, en contribuir activamente en moldear la conversación que se encuentra en la base de cómo se están empezando a construir los acuerdos sociales básicos en la sociedad de la información.
Sin embargo, esta influencia, este poder de actuar en y a partir de redes informacionales, se da en un mundo cada vez más "infoxicado", donde la sobreabundancia de información es en realidad una sobreabundancia de rutas alternativas. Junto a las oportunidades que este escenario ofrece, que Weinberger ha definido como el poder del desorden digital, también se presentan amenazas para el desarrollo de las personas cuando éstas carecen de las competencias y herramientas básicas para que la navegación sea en beneficio propio y de sus comunidades (van Dijk).
En este contexto, la biblioteca enfrenta un cambio de paradigma. Como le escuché a Soledad Ferreiro hace unos meses, la biblioteca pasa de un mundo de información a un mundo de redes sociales. Junto a las fuentes tradicionales de información, surgen nuevos y cada vez más preponderantes espacios informacionales, donde las personas buscan y comparten respuestas a sus necesidades. La blogosfera, Facebook, Wikipedia o World of Warcraft son espacios de información construidos sobre redes sociales.
Pero son espacios cuyo acceso y apropiación no es inmediata. Las barreras de entrada son múltiples y de características diversas. Sin duda, la mayor son las nuevas maneras en que construye la información y el conocimiento, que requieren de cada uno de nosotros aprehender nuevas formas de relacionarnos, de aprender en red.
Y en este proceso, el rol de la biblioteca pública es fundamental como medio de equidad social. Al dar acceso a un libro o a un computador conectado a Internet, la biblioteca pública está entregando una oportunidad a la persona, una oportunidad de participar en esa conversación que orienta las decisiones sociales. Más cuando esa oportunidad se la entrega a alguien que no tiene otra vía de ser partícipe de esa conversación.
Reinterpretando el desarrollo de las bibliotecas públicas chilenas desde mediados de la década pasada, es posible afirmar que al romper las paredes de áquellas y desplegar numerosos servicios móviles y mecanismos innovadores para acercar el libro a la comunidad, más que desarrollar el hábito lector se empezó a entregar en forma másiva oportunidades. Así como cuando nuestras bibliotecas públicas se constituyeron en lugares de acceso y capacitación en Internet, en realidad se convirtieron en espacios de combate a la brecha digital.
Llevamos años enarbolando como nuestra misión ser un espacio de encuentro con la información, el conocimiento, la recreación y la cultura. Debíeramos empezar a definirnos como un espacio de encuentro con redes: asegurar que las bibliotecas públicas serán, para los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, el medio que les asegure su oportunidad de influir en su futuro. Si la biblioteca pública, al alero de la apuesta por la biblioteca 2.0, pone al usuario en el centro, ello significa convertir a la biblioteca en el catalizador de su inserción en la redes en las que se está construyendo su futuro.
4 comentarios:
Estimado Enzo:
Coincido plenamente contigo en casi todos los planteamientos vertidos en tu comentario. Esencialmente estoy de acuerdo de que la biblioteca pública y el fomento de la lectura no son otra cosa que un mecanismo que permite mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo me permito ir un poco más allá. Quisiera incorporar al debate un tema que está íntimamente ligado al desarrollo de las TIC's y a los conceptos de Web 2.0 y Biblioteca 2.0; esto es el Fomento de la Lectura 2.0.
¿Qué significaría Fomento de la Lectura 2.0?
• Los materiales de lectura como una herramienta. El Fomento Lector 2.0 no anula los esfuerzos anteriores, sino que los complementa mejorándolos, toma como base los esfuerzos realizados, incorporándole el elemento de la participación como la principal novedad.
• La cooperación como método. El colectivo es importante y leste nuevo modelo de fomento lector parte de su reconocimiento, y permite que las opiniones se sumen y los comportamientos de todos sean tenidos en cuenta. En este se trabaja de forma distribuida, pero a través de relaciones directas, que se reflejan en acciones como la construcción conjunta de contenidos en línea o en la posibilidad de publicar comentarios en espacios remotos o en construcciones de proyectos ajenos. Es la consideración de la inteligencia colectiva.
• La interoperabilidad como fundamento. Las “tecnologías de la participación” permiten la integración de herramientas diversas y vinculaciones a campos del conocimiento no explorados hasta ahora.
• La sencillez como pauta. Por ejemplo la difusión de perfiles personales en redes sociales son acciones que requieren escasos conocimientos técnicos. Para compartir experiencias, difundir recursos, filtrar noticias o integrar servicios ajenos en experiencias propias no es necesario ser un experto.
• Utilización de herramientas generadas a partir de las descripciones realizadas por otros usuarios u otros sistemas, que se intercambian de forma automática, estableciendo redes de términos que llevarán a informaciones similares, con el valor añadido de que el uso generalizado de un término implicará un volumen importante de recursos en cuya descripción se ha empleado..
• La participación como principio. En el Fomento Lector 2.0 la información se comparte. Los datos personales son difundidos en redes sociales. El “software social” y el software personal” posibilita que se valoren recursos y sean clasificados en función de la opinión de quienes los emplean. Esto permite que los contenidos considerados interesantes destaquen entre los generados en un periodo de tiempo, en un medio o sobre un tema. Las TIC’s permiten una cooperación que se traduce en la colaboración de los usuarios a través de sus aportaciones, sus conductas y sus opiniones.
• La variedad como realización. Así como el Web 2.0 (o web social) este nuevo concepto no admite límites, ya que existe una gran diversidad de manifestaciones.
• La personalización como posibilidad. El usuario decide cómo emplear las tecnologías de la participación, qué servicios le son útiles y bajo qué forma y condiciones los va a utilizar. La adaptación de las experiencias, el desarrollo de herramientas personales, la utilización de contenidos de otros modelos o sistemas, la integración de recursos informativos externos, son distintas piezas que el usuario empleará a partir de su creatividad y sus necesidades.
• La experimentación como norma. Nada es eterno, todo está sometido a una renovación de los resultados; las actualizaciones son permanentes; las novedades, cotidianas. Los usuarios y los expertos que emplean este sistema están concientes de la constante renovación de los recursos y las consiguientes posibilidades de mejora que suponen, así que esperan y asumen los permanentes cambios.
• El desinterés como base. El carácter social del sistema incluye como elemento definitorio la búsqueda del bien común. Los proyectos y las experiencias son abiertas, al igual que lo son los recursos. Se parte de la ausencia de intención mercantil, de la generosidad o el altruismo en el uso. Las comunidades y las iniciativas están en sintonía con el uso compartido de los recursos.
Por ahora un abrazo y seguimos conversando.
Enrique.
@Enrique,
gracias por opinar. Efectivamente, la etiqueta 2.0 y sus principios básicos pueden aplicarse a los distintos ámbitos del quehacer de una biblioteca. De hecho, hay quienes dicen que el corazón de "lo 2.0" es una expresión remozada y tecnológica del viejo ideal de la atención personalizada y de calidad.
Concuerdo contigo que las nuevas herramientas abren tremendas oportunidades para el fomento lector. Catuxa Seoane y Vanesa Barrero en su blog están conversando sobre esto en, por ejemplo, http://www.deakialli.com/2008/05/07/clubs-de-lectura-en-la-web-social/. El tema es cómo logramos que la desconfianza que aún pervive en amplios segmentos del mundo de la lectura y el libro hacia Internet, no implique una demora en subirnos a un carro que de todas maneras avanzará.
Saludos.
Aunque ahora estoy dedicado a temas bien diferentes a los de la lectura y las bibliotecas, tu entrada, y el comentario de Enrique, junto con mis personales lecturas históricas me llevan a copiar un párrafo de Chartier que creo refuerza lo dicho por ambos:
"...los enfoques que han considerado la lectura como una "recepción" o una "respuesta" han universalizado implícitamente el proceso de la lectura, considerándolo como un acto siempre similar cuyas circunstancias y modalidades concretas no importan. Contra eso "borrado" de la historicidad del lector, conviene recordar que la lectura también tiene una historia (y una sociología) y que el significado de los textos depende de las capacidades, las convenciones y las prácticas de lectura propias de las comunidades que constituyen, en la sincronía o la diacronía, sus diferentes públicos. De modo que la "sociología de los textos"... tiene como punto de partida el estudio de las modalidades de publicación, diseminación y apropiación de los textos, ya que considera el mundo del texto como un mundo de objetos y de performances y el "mundo del lector" como el de la "comunidad de interpretación"
Les recomiendo "La historia o la lectura del tiempo" de este autor.
@ricardo, excelente cita. Un libro más que agregar a mi creciente lista de lecturas. Me gusto en especial el concepto "comunidad de interpretación" es muy fuerte y creo que es un punto de partida para el análisis de ciertos procesos de reciente cuño en torno a cómo las comunidades y grupos están "creando y compartiendo lecturas" en la red (aunque no haya sido quizá en lo que Chartier haya estado pensando al escribir).
Saludos.
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