22 de abril de 2012

Primarias en Providencia, bibliotecas públicas y lectura


Los chilenos leemos poco y tenemos, además, un bajo promedio de comprensión de lectura de lo que leemos. Esa es la imagen que en los últimos años se ha instalado y aunque para su comprobación la afirmación requiere ser problematizada, como idea ha logrado penetrar en el debate con fuerza. Es parte de esos lugares comunes que rondan sobre el tema, junto a otros como que el problema del libro en Chile es el IVA o que no existen alternativas de acceso gratuito a la lectura.

Un análisis detallado de esas afirmaciones quizá concluya que algo de razón tienen, pero posiblemente la principal conclusión a la cual llegue ese análisis es la falta de prioridad política que el desarrollo de la lectura tiene en Chile. Hace pocos días, Marco Coloma se preguntaba cuánto le importa al presidente Piñera su Plan de Lectura. Me atrevo a extender la pregunta a toda la clase política en general.

Estamos en año electoral. En octubre, elegiremos a nuestras autoridades municipales. En la comuna de Providencia, en la cual vivo y voto, tres candidatos (Josefa Errázuriz, Javier Insulza y Cristóbal Bellolio) competirán en una primaria para que los electores que no nos sentimos representados por el actual alcalde Cristián Labbé podamos seleccionar a quien aparecerá en la papeleta en octubre (junto a Labbé y otras eventuales candidaturas).

¿Qué relación tienen el fomento de la lectura en Chile y las elecciones municipales? Una muy directa y clara. De los municipios dependen las dos herramientas principales con que contamos para impactar en el largo plazo en qué y cuánto leen los chilenos. 

Por un lado, las escuelas públicas municipales, a las que concurren los alumnos de nuestro país que menos leen porque (¡oh, que sorpresa!) el inequitativo acceso a la lectura en Chile es otra expresión de nuestra desigualdad socioeconómica. Es en la educación preescolar y los primeros años de la educación básica, junto con el insustituible rol de las familias, donde la lectura juega su batalla fundamental: un niño o niña que no desarrolla el gusto por la lectura a esa edad, suele convertirse en un adolescente o adulto que no lee.

Por otro lado, las bibliotecas públicas, salvo unas pocas excepciones, dependen de los municipios o las corporaciones municipales. Es decir, en la gestión municipal se articula la mayor red de acceso público, gratuito y equitativo a la lectura en el país, una red que tiene presencia en todas las comunas de Chile.

En el caso específico de Providencia, además, nos encontramos ante quizá la mejor red comunal de acceso a la lectura en el país. El alcalde Labbé ha potenciado las bibliotecas públicas municipales y creado espacios relacionados como los café literarios. Quien gane las elecciones de octubre, se encontrará con una red potente que permite proyectar el rol de las bibliotecas como colaboradoras activas en el diseño del futuro de la comuna.

Por lo anterior, a mediados de marzo invité a los candidatos de las primarias en Providencia a compartir aquí en Cadaunadas sus propuestas sobre las bibliotecas públicas. El desafío era concreto. Que respondieran en no más de una carilla tres preguntas: 1) ¿Cuál es tu evaluación de la situación actual de las bibliotecas públicas de la comuna?; 2) ¿Cómo se articulan las bibliotecas públicas en tu propuesta de desarrollo?; y 3) ¿Qué medidas concretas propones para desarrollar el sistema de bibliotecas públicas?

Los tres aceptaron y comprometieron enviar sus respuestas un mes después, fecha que se cumplió el 18 de abril pasado. Sin embargo, las respuestas no llegaron, ni tampoco respondieron a un nuevo correo que les envié el 19 de abril para recordarles el compromiso e indicarles que me parecía ideal difundir sus respuestas el 23 de abril, Día Internacional del Libro e inmejorable contexto para conocer sus propuestas sobre las bibliotecas públicas.

Confieso que la respuesta inicial me sorprendió. No esperaba aceptaran el desafío y menos los tres. Sin embargo, al final todo quedó en nada. Las primarias serán en mayo y aún hay tiempo para que expliciten sus propuestas. Y si no lo hacen en este período, quien resulte ganador tendrá tiempo adicional para incorporar a las bibliotecas públicas y la lectura en su programa de campaña.

Pero el punto creo es otro. Espero estar equivocado, pero ninguno de los tres tiene el fomento de la lectura en Providencia entre sus prioridades. O no creen que sea un elemento decidor para que los potenciales electores decidan por uno u otro al marcar su preferencia en la primaria de mayo. No encuentro otras razones para que no hayan compartido sus posturas.

Podrán ustedes argumentar que el problema de nuestros índices de lectura escapa, con mucho, a la gestión de los municipios. Que requiere políticas nacionales impulsadas por el gobierno central. Y yo les encontraré la razón. Pero como he señalado antes, los municipios tienen un rol que jugar, el que a mi juicio debe y puede ser fortalecido.

Las demandas estudiantiles del año pasado, dejaron sobre la mesa la idea de revertir la municipalización de la educación. Algo similar ocurre con la atención primaria de salud. Es curioso, pero en un país en el que todos reclamamos por su excesivo centralismo, seguimos creyendo que la solución de los problemas estructurales pasa por aumentar el poder de las autoridades nacionales, quitándoles capacidad de gestión a las autoridades locales. No comparto esa mirada. Debemos fortalecer a los municipios, porque son las estructuras de gobierno que tienen mayor cercanía con las personas. Abrámoslos más a la ciudadanía, aumentemos sus presupuestos, desarrollemos las capacidades en sus equipos humanos, entreguémosles más autonomía y poder de decisión.

Municipios fuertes son claves para políticas públicas más eficientes que apunten a una mejor calidad de vida en todas las comunas de Chile. Convertir a éstas en territorios de la lectura, entendiendo que leer es parte sustancial del desarrollo humano en una sociedad, implica que quienes dirigen los municipios o aspiran a hacerlo, hagan de la lectura un pilar de sus propuestas de campaña. Si no lo hacen, su preocupación será apenas una extensión de ese lugar común que alimenta el lamento por un país que no lee.

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