2 de octubre de 2010

[3 años] La invasión del ciberespacio

Una nueva entrada del tercer aniversario de Cadaunadas. Su autor, Eduardo Díaz, un ingeniero inusual (definan ustedes lo que eso significa) que mantiene uno de los blogs que leo con mayor interés, La Naturaleza del Software (y este otro, más experimental -o exploratorio, para usar su misma descripción). Pese a que vivimos en la misma ciudad y hace ya un buen tiempo que conversamos a través de las redes, si no me falla la memoria, creo que con Eduardo nos hemos visto una sola vez. Pero eso no ha sido problema para que haya sido "el comienzo de una bonita amistad". Curioso, en especial dada la entrada que comparte hoy con nosotros. ¡Disfrútenla y gracias Eduardo por aceptar la invitación!



El escritor de ciencia ficción William Gibson concibió el ciberespacio como un lugar al cual se accedía periódicamente, una realidad a la cual nos asomamos desde el mundo físico. Los ingenieros en computación trabajaron para hacer realidad este concepto, y efectivamente así era hasta hace poco: uno se conectaba al ciberespacio y volvía al "espacio normal", era otro lugar que se visitaba desde nuestros teclados, a través de delicados enlaces de datos.

Todo eso ha cambiado dramáticamente, los enlaces de datos son más robustos y permanentes. La membrana que separaba al ciberespacio de la realidad física se ha hecho cada vez más permeable, y ahora deja pasar constantemente mucha información de nosotros, a veces sin darnos cuenta. Pequeñas piezas de información de nuestros hábitos cruzan la membrana para ser procesadas por "cibernéticas mitocondrias", que fabrican las hebras de información que permiten predecir nuestro comportamiento.

"Realmente creo que la gente no quiere que Google responda sus preguntas", dice el CEO de esa compañía, Eric Schmidt, en una polémica entrevista reciente, "lo que la gente quiere es que Google les diga qué hacer a continuación."

¿Realmente la gente quiere que Google les diga que hacer? Yo creo, al igual que William Gibson, que Schmidt tiene razón. Al pedirle a Google que hiciera más transparente y "buscable" nuestro mundo, nos hemos hecho más transparentes para Google.
Digamos que vas caminando por la calle. Debido a la información que Google ha coleccionado sobre ti "sabemos más o menos quién eres, más o menos que te interesa, más o menos quiénes son tus amigos. Google también sabe, con bastante precisión dónde estás. Mr. Schmidt deja a su interlocutor imaginar las posibilidades: Si necesitas leche y hay un lugar cerca que la venda, Google te recordará que lleves leche. Te dirá que la tienda de más adelante tiene una colección de posters de caballos de carrera, que ese asesinato del siglo XIX sobre el que estuviste leyendo ocurrió en el siguiente pasaje.
Lo que plantea Schmidt no sólo es factible hoy en día, es un claro ejemplo de esta inversión del ciberespacio; la membrana que rodea al ciberespacio se ha invertido desde adentro hacia afuera, invadiendo el mundo físico. Este proceso está siendo catalizado con la adopción de la realidad aumentada, la geolocalización y, por supuesto, las redes sociales.

Si Google ya controla el ciberespacio, ¿es posible que Google termine controlando el espacio físico, e incluso la realidad? Estamos ante la presencia de un leviatán que el mismo Hobbes no pudo imaginar en su más afiebrada pesadilla. Como dice Gibson: "Somos parte de un súper estado, post-nacional, post-geográfico, uno que fácilmente dice no a China. O sí, dependiendo de las consideraciones de utilidad y estrategia. Pero no participamos en Google en ese nivel. Somos ciudadanos, pero sin derechos", y lo peor es que parece que nos gusta.

1 comentario:

Kacomen dijo...

Después de leer la última frase, hubiese sido irónico apretar el botón "Me gusta" verdad?

Saludos Enzo y Eduardo