De un lado, @makanaochi, un joven chileno, sólo con Twitter como medio. Del otro, @chavezcandanga, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, con las 200 personas para atender su Twitter, su casi absoluto control sobre los medios de comunicación de su país y millones de venezolanos apoyando y riendo sus gracias.
La desproporción recuerda a David y Goliat. Pero con una diferencia. @makanaochi no es David, ni Twitter una honda que sirva para derribar un gobierno. De hecho, ni un rasguño le debe haber provocado cuando le dijo: "señor, encontré su twitter en un diario y lo agregue para decirle q usted no tiene democracia ni gobierno, ud es un dictador".
Pero @chavezcandanga recuerda, en su soberbia, a Goliat, ese gigante confiado en sus descomunales fuerzas. Las fuerzas de los petrodólares, que le permiten construir un falso poderío, pero que como él bien sabe, tiene bases débiles. Por algo el intento de llevar la revolución bolivariana hasta las redes, una revolución que vive de su imagen y sus gestos. Y esa imagen, esos gestos, en estas redes, estaban, están y estarán siendo develados por los millones de @makanaochi que existen. 140 caracteres no bastarán para tumbar a este Goliat, pero sí para decirle una verdad.
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