7 de febrero de 2010

Carta a un amigo desde la oposición

Estimado Felipe,

La carta al Presidente electo que hace unos días publicaste me hizo pensar en cuán necesario es cultivar ciertos valores democráticos en nuestro país.

Chile no está en crisis ni enfrenta un futuro incierto. No requiere revivir "la democracia de los acuerdos" ni necesita un "gobierno de unidad nacional". Estas últimas expresiones son intentos -genuinos, creo yo- del Presidente electo para, aprovechando la lógica desorientación de quienes no votamos por él, reunir las voluntades mayoritarias a favor de su gobierno. 

A nuestro país lo que le hará falta a contar del 11 de marzo es una o varias propuestas alternativas a la que desde el gobierno se llevará adelante. Las democracias respiran en la diversidad y esa diversidad se construye asumiendo que no es posible que todo un pueblo piense igual. Los consensos fueron útiles hace dos décadas. El futuro de nuestras libertades se jugará ahora en nuestra capacidad de disentir y discrepar.

Al igual que tú, espero que la gestión del Presidente electo le haga bien a Chile, aunque tengo claro que el futuro por el que trabajará no me identifica. No es un prejuicio. Es un juicio fundado en lo que representa, una manera de leer y vivir Chile que dudo haya cambiado a raíz de una campaña electoral. No desestimo, por cierto, que en algunos ámbitos pueda coincidir con el futuro gobierno. En esas dimensiones, podrán contar conmigo. 

Pero en general, sé que será un gobierno con una visión que hace del mercado la solución de los problemas de nuestro país. Frente a esa mirada, yo defiendo la de los ciudadanos y ciudadanas que, independiente de su origen social, étnico, económico o de cualquier otro tipo, tengan la oportunidad de ser quienes decidan su futuro, por encima de lo que el mercado o el Estado definan. 

Una persona que estimo me escribió en Facebook hace unos días que no le gustaban estas definiciones porque parecían propias de clanes. No lo son, porque ahora, más que nunca, garantizar espacios para la diversidad es condición necesaria de nuestra democracia. Cuando el poder político, el poder económico y el poder comunicacional se concentran en las manos de un solo sector del país, más que defender a un clan, lo que uno debe hacer es defender que todas las voces tengan oportunidad de ser escuchadas. En especial las de aquellos que son marginados o se automarginan, por tener un sistema electoral plagado de vicios que sólo fortalece el statu quo.

No sé si -utilizando tu expresión- me defino ontológicamente de oposición. Lo que sí sé es que el juego democrático consiste, en su esencia, en levantar proyectos alternativos que logren convocar y movilizar a la ciudadanía, respetando la libertad de las personas como principio fundamental. Por ello, desde el 11 de marzo seré oposición. Para colaborar en la construcción de otros futuros posibles seré oposición.

Un abrazo,
Enzo.

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