26 de octubre de 2009

Gracias

El viernes pasado, luego de más de once años en la Dibam, nueve de ellos en BiblioRedes, presenté mi renuncia. Si bien será efectiva a contar del 1 de diciembre, hoy se hizo pública.

Una nueva oportunidad para mi desarrollo profesional es la razón, oportunidad que se materializó a través de una invitación no buscada para integrarme a un proyecto muy atractivo (al que espero referirme en futuras entradas). Me llegó hace unas semanas. El jueves tomé la decisión. El viernes la informé. Y hoy lunes el equipo, mi equipo, supo de ella.

Los últimos han sido días raros.

De alegría por el nuevo rumbo. Recuerdo a Juan Carlos Camus en el VI Encuentro Nacional de BiblioRedes en marzo pasado, hablando de las veces que se ha reinventado profesionalmente. En mi caso, algo parecido. Licenciado en Historia de formación, nunca la disciplina que estudié ha puesto la comida en mi mesa familiar. Aunque, como dice un buen amigo, me dió un conjunto de herramientas para moverme sin problemas morales en otros territorios profesionales. Con la que estoy a punto de iniciar, es mi cuarta reinvención.

Pero, por otro lado, la tristeza de dejar atrás un idea construida entre muchos, una metáfora de equidad que desde el año 2000 empezamos a diseñar y luego hacer realidad a través de las bibliotecas públicas. Nueve años después, cuando BiblioRedes es ya un Programa consolidado, reconocido, más que tecnología, veo rostros, veo equipo, veo ñeque, veo comunidad.

Y veo futuro. Mucho futuro. Pero también veo la necesidad de dar un paso al lado y que sean otros y otras, quienes tomen el timón, conduzcan ese futuro. No es cansancio. Más bien esa coordinación natural que ocurre en los buenos equipos de ciclismo, cuando todos entienden que el liderazgo es una cuestión efímera y que lo importante es la posta sin fin en la cabeza del grupo. De esa manera triunfan.

Duele alejarse de la Dibam. Ha sido un orgullo pertenecer a esta Institución. Sí, lo digo con fuerza, cuando hay un proyecto que pretende hacerla desaparecer. Un honor al que me abrió la puerta María Jesús Egaña, Jefa de Gabinete de Marta Cruz-Coke. Al que Clara Budnik me invitó a contribuir desde las bibliotecas públicas. Y al que Nivia Palma me permitió sumar desde la Coordinación Nacional de BiblioRedes y a través del grupo de trabajo de la Política Digital Dibam.

Le debo mucho a muchos. A mi equipo de los Dibamóviles, proyecto por el que entré en 1998 y a los cientos de funcionarios de la Dibam y en la Subdirección de Bibliotecas Públicas con los que pude colaborar estos años. A María Victoria, María Teresa y a Ricardo. A l@s Coordinadores/as Regionales de Bibliotecas Públicas. A los muchos amigos y amigas e instituciones, con la Fundación Bill & Melinda Gates a la cabeza, que ayudaron a construir el sueño.

Pero, sobre todo, mi deuda es con María Luisa, mi jefa -en el más amplio sentido de la palabra- durante varios años, y con mis compañeros y compañeras en BiblioRedes, desde Visviri hasta Puerto Williams, en la Coordinación Nacional, en los equipos regionales y en las bibliotecas.

A todos, a todas, mil gracias.

22 de octubre de 2009

¡Es la semántica, estúpido!

Fotografía: Palabras, por licor de mandarina, con licencia CC:BY-NC-ND


Parafraseando a Bill Clinton, ese podría ser el título del discurso que daría Maradona o un dirigente mapuche cuando hipotéticamente ingresaran a la Real Academia Española de la Lengua.

Más que hipotético, improbable escenario que sería la excusa perfecta para revelar algo extraño pero no tan extraño.

Porque, extrañamente, dos situaciones sin conexión entre sí (el descontrolado arrebato verbal de Maradona tras clasificar Argentina al Mundial de Sudáfrica y el aumento en los últimos días de la violencia en el conflicto que enfrenta a grupos de mapuche con el Estado chileno) tienen vasos comunicantes en un terreno, el de los significados de las palabras y expresiones.

Leía (disfrutaba, para ser honesto) hace unos días una carta abierta a Maradona, un genuino arrebato (más controlado eso sí) de un argentino cansado del pibe de oro, sus veleidades y cómo él simboliza la Argentina actual. Hasta que tras leer una entrada en el blog de otro argentino, que reproducía otro arrebato (semi descontrolado en este caso) en el que sin justificar a Maradona lo justificaban, comprendí que el ya famoso "¡Qué me la chupen y la sigan chupando!" maradoniano era una revuelta semántica. Una revuelta no emparentada con aquella otra mecha que hace años García Márquez intentó prender en el territorio de la gramática, sino un levantamiento simbólico contra el poder de los discursos hegemónicos, esos que califican lo que son buenas y malas formas para expresarse, aunque sea sobre cosas tan triviales como el resultado de un partido de fútbol. Y que en realidad, a través de las formas buscan controlar el fondo, lo importante, el significado. El mejor futbolista de la historia diciendo boludeces semánticamente intrascendentes será aceptado mientras las diga cuidando las formas. Cuando las formas se rompan, aunque su mensaje sea significativamente rico, será lapidado.

En paralelo, empezaban a juntarse noticias que daban cuenta de una escalada en la violencia del conflicto en la Araucanía. Un levantamiento también simbólico el que ocurre cuando (supuestamente) la Coordinadora Arauco Malleco anuncia que (supuestamente) el pueblo mapuche le declara (supuestamente) la guerra al Estado chileno. Belicosidad semántica con todas las de la ley. Un acto que busca renovar significados, o a lo menos poner en tensión los aceptados de manera común. Una revuelta contra relatos históricos excluyentes, contruidos en torno a mitos fundacionales del espesor de un disfraz. Esos mitos que hablan de "un bravo araucano que luchó contra el conquistador español", de la "pacificación" de la Araucanía, un mito que se cuelga como escudo en camisetas de futbol. Ese mito que le pone una s al plural de mapuche, cuando el che es plural en esencia y los mapuches son en realidad los mapuche. Mitos que se transmiten en palabras, palabras que construyen visiones de la historia, historia que sustenta argumentos presentes y defiende privilegios futuros.

Maradona y la Coordinadora Arauco Malleco unidos por el uso político de la semántica. Sin duda, en un caso más premeditado que en el otro. Uno, ejercicio espontáneo, frontal, a lengua descubierta; el otro, un efectivo mensaje, posiblemente calculado, articulado con otros gestos de guerra. Maradona está en guerra, el pueblo mapuche está en guerra. Una guerra de palabras, entre otras guerras y no tan guerras.

4 de octubre de 2009

Mercedes Sosa fue América Latina en mi tocadiscos

Fotografía: soza0017, de jorgemejia, con licencia CC:BY

Definitivamente, este año dolerá en la memoria de muchos de nosotros. Se nos fue Mario Benedetti y ahora nos deja Mercedes Sosa. Ayer se cumplieron 20 años desde que regresé a Chile, y estas voces grandes, inmensas, otorgaron sentido en mi adolescencia en España. Fueron la poesía de un retorno a un territorio construido a punta de unos carretes de diapositivas, recuerdos de mis padres y noticias de televisión. La música de una identidad levantada en el conflicto de crecer sintiendo que mi lugar de pertenencia estaba a miles de kilómetros de distancia. Porque así como los libros de Benedetti fueron mi puente impreso con mi futuro, Mercedes Sosa fue América Latina en mi tocadiscos. Y ella lo sabía. Como muchos sabíamos que ella no era argentina, no era tucumana. O todos éramos, en realidad, argentinos, todos eramos tucumanos, ese pedazo de tierra donde por extrañas y felices circunstancias se hizo música la piel de América, la canción con todos.