Ayer fue presentada por la Presidenta Bachelet la Estrategia de Desarrollo Digital de Chile para el período 2007-2012. La política anunciada ha suscitado en sus primeros dos días un debate en parte de la blogosfera chilena en el que, en general, son pocos los comentarios de interés. He decidido aportar al debate tanto mi visión personal de la Estrategia, que hago a través de esta entrada, como mi valoración y alcances sobre la conversación que está teniendo lugar a través de algunos blogs, lo que haré en la siguiente entrada.
Cadaunadas es mi espacio personal y desde esa dimensión planteo mis puntos de vista. Por razones lógicas, al opinar es difícil abstraerme de mis responsabilidades actuales al frente del Programa BiblioRedes de la DIBAM, actor importante en varias de las líneas de acción e iniciativas que la Estrategia plantea para hacer de Chile un país con mayores niveles de inclusión digital. Este hecho, que influye en mí al momento de escribir esta entrada, supongo también será sopesado por quienes la lean.
¿Cuáles son los elementos más destacados de la Estrategia? A mi juicio los siguientes:
1. La Estrategia en sí misma. Contar con una política definida en este ámbito, ya es un avance fundamental, aun cuando en su formulación en diversos ámbitos plantee la necesidad de conformar grupos de trabajo que estudien y definan las mejores alternativas de acción para esos ámbitos. Quienes critican que se han perdido dos años tiene razón, pero no se puede desconocer que la Estrategia entrega una carta de navegación. Quienes estamos desde el gobierno anterior trabajando en el sector público en programas y proyectos para atacar la brecha digital (en mi caso, desde mayo del año 2000), también nos vimos afectados en nuestro quehacer por carecer del paraguas de política que ahora entrega la Estrategia. Nuestras iniciativas han seguido avanzando, pero con un debilitamiento evidente de las instancias de coordinación, perdiendo oportunidades para maximizar nuestro impacto. La Estrategia es, por tanto, terreno propicio para reorganizarnos y coordinarnos.
2. El plazo que plantea (al 2012) es una apuesta, pero una apuesta correcta. Si la Estrategia se define como una política de Estado, es importante que sea independiente de los gobiernos. Tengo claro que en la medida que en sus dos primeros años de ejecución (2008-2009) no avance de forma significativa, sus posibilidades de consolidación en el próximo gobierno son menores. En este sentido, especialmente acertado creo que es el foco en la institucionalidad, quizá uno de las causas principales del escaso avance tenido en los años 2006-2007. Por ello, la sustentabilidad de esta política pasa por dotarla de manera temprana de las estructuras de gestión política y técnica que requiere. Acá la activación y periodicidad en el trabajo de los grupos temáticos debieran garantizar, por un lado, la adecuada participación de todos los sectores interesados y, por otro lado, que todos los actores se apropien de la Estrategia.
3. En los temas que me son de mayor interés, hay ciertos cambios de enfoques que van en la dirección correcta. Destaco que se tiende hacia el desarrollo de competencias digitales en la ciudadanía, en reemplazo del concepto más limitado de alfabetización digital. En esto la Estrategia recogió, si bien no en forma completa, la propuesta que el grupo en que participé hiciera en octubre pasado. A través del PENTIC habrá espacio para perfeccionar este nuevo enfoque, y darle mayor profundidad al desarrollo del componente. Por otro lado, asume la necesidad de contar con centros de acceso comunitario a Internet (bibliotecas públicas, telecentros, etc.) como actores de la política de acceso universal. No es trivial que se hable de una “red consolidada” como objetivo, ya que la fragilidad en la que operan muchos de los puntos de la red actual no se condice con el aporte cotidiano que hacen al entregar acceso a Internet y capacitar a los chilenos de menores recursos.
4. En lo que respecta a educación, la Estrategia presenta un nivel de detalle muy superior al de otros ámbitos, y compromete acciones y metas concretas. No me cabe duda que su implementación en el quinquenio transformará cómo la tecnología es usada para una mayor calidad en el sistema de educación pública y particular subvencionada de Chile. La pregunta pendiente es si será posible sumarle en el futuro otras acciones, como la que propone la campaña Un Computador por Niño, en el caso de que las experiencias que están germinando en otros países demuestren el impacto masivo que el modelo promete.
5. El Consejo Asesor Internacional es, dada la lista de integrantes, una garantía para la Estrategia. Quizá sea este el punto que ha concitado el aplauso más transversal. Hay aquí una tremenda oportunidad, en la medida que las sugerencias y comentarios que este Consejo realice sean, no sólo integrados a la Estrategia, sino compartidos con todos los actores que hemos participado y seguiremos vinculados a la Estrategia.
6. La propuesta tiene una clara vocación social. Se podría decir incluso que se entiende que la Estrategia de Desarrollo Digital es, ante todo, una política social. La tecnología es un medio para la consecución de objetivos sociales, como son las reformas en salud, previsión y educación. Las reflexiones en torno al software libre vs. propietario, el desarrollo de Chile como plataforma off-shoring o las definiciones en torno a la propiedad intelectual debieran tener su centro en el impacto social y en qué solución entrega mayor aporte a ese desarrollo (y digo debieran porque no siempre es así).
Un punto donde considero que la Estrategia no tiene la profundidad que debiera (por lo menos en la narración que se hizo pública) es la relativa al concepto de brecha digital. No es menor esta debilidad, ya que si la apuesta es promover usos más profundos e intensos de la tecnología en las personas, la matriz conceptual desde la cual se aborda el problema y se proponen las soluciones debe explicitar con claridad que entiende por brecha digital. En esto, como ya he compartido en entradas anteriores, la mirada debe asumir que la brecha no es un fenómeno estático y que plantear políticas públicas que prometan terminar con ella es hoy, ya, un ejercicio falaz.
En resumen, la Estrategia, como toda política pública, entrega la ruta a seguir, pero no entrega todas las respuestas. El cómo hacerlo y a qué ritmo es lo que cabe ahora definir. Y para ello, los espacios de participación que propone deben ser ocupados con propuestas y, sobre todo, con compromiso y responsabilidad.
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