2008 será un año en el que China estará presente. Los Juegos Olímpicos de Beijing llevarán a muchos a resaltar los avances que se han producido en el país más poblado de la Tierra, los progresos que el modelo de desarrollo económico chino ha logrado desde el giro liderado por Deng Xiaoping en la década de 1970. En Chile, públicos y privados hablarán de cómo China se ha convertido en nuestro socio estratégico y cómo nuestro futuro tiene en el régimen fundado por Mao Zedong una de sus claves principales. En resumen, es muy posible que lleguemos a diciembre de este año maravillados con China.
Entonces, cabe prepararse anímicamente para enfrentar la propaganda del régimen chino y la manera en que la mayoría de los medios occidentales no cuestionarán la imagen oficial de China que a raíz de los Juegos Olímpicos se lanzará al mundo. Una buena guía para desprevenidos es el libro China. El imperio de las mentiras, escrito por el pensador francés Guy Sorman.
Sorman aborda en el libro la China que normalmente no es parte de las noticias, construyendo un estremecedor fresco del patio trasero del modelo chino: el mundo rural y sus más de 800 millones de habitantes viviendo en condiciones de pobreza, sometidos al expolio y corrupción de los cuadros del Partido Comunista Chino, y una condición literal como personas de segunda categoría cuando emigran a las ciudades; las aberrantes prácticas de las políticas de planificación familiar aplicadas; las míseras condiciones de vida de los millones que componen la mano de obra barata en las grandes urbes; la ausencia total de libertades cívicas y la hipocresía de contar con una constitución que a la occidental promulga los derechos humanos pero en el sistema judicial chino contar con defensa y un tribunal imparcial es prácticamente imposible.
Es un libro duro, escrito con la intención de marcar huella y no dejar impávido. En eso el tono militante de Sorman me recordó por momentos al Galeano de Las venas abiertas de América Latina. Pese a la distancia ideológica que lo separa de la izquierda del uruguayo, el liberal Sorman maneja con inteligencia palabras y estilo muy similar –y por momentos la misma proclamada intención de escribir un panfleto- para argumentar una gran idea central: el desarrollo chino no es tal, ya que está construido sobre pilares económicos, políticos, sociales y culturales muy frágiles, y que sólo se sostienen por la omnipresencia del Partido como única estructura real. China es una gran mentira y, como repite en varios pasajes, sus estadísticas –base de su propaganda- no son confiables.
Sobre el futuro de China, Sorman no profetiza. Plantea cuatro escenarios posibles para el futuro: una nueva revolución interna; la bancarrota del modelo; un cambio gradual, de carácter reformista; y la continuidad del modelo actual, según él lo más probable. Por ello, plantea que sólo si China se convierte en el centro de la discusión mundial sobre los derechos humanos, el Partido pudiera enfrentar una presión externa suficiente como para verse obligado a iniciar una senda hacia la democracia. Pensando en la China que veremos para los Juegos Olímpicos, escribía a principios de 2006, fecha en que terminó el ensayo luego de un año recorriendo el país:
¿Será Berlín o Seúl? ¿Asistiremos como en Berlín en 1938 al triunfo de un Partido peligroso para su pueblo y para el mundo? ¿O, según el modelo de Seúl en 1988, veremos que se ha concedido a todos los chinos el derecho a la libre expresión?
Si debemos dar una respuesta a la pregunta de Sorman, a meses del evento olímpico, ni lo uno ni lo otro. Más pareciera que asistiremos a un “Berlín” disfrazado de ropajes occidentales, que no necesariamente serán democráticos. En esto, los análisis de Rebecca MacKinnon, entregan respuestas muy completas, las que me parecen especialmente interesantes por aportar elementos para discernir si Internet está contribuyendo o no a la democratización de China (democratización que es algo más que un “escollo”, como etiquetó Thomas Friedman en su plano La tierra es plana, que confieso no logré terminar por su superficial análisis del “mundo globalizado del siglo XXI”).
2008 será un año en el que China estará presente. Esperemos que Tiananmen también lo esté.
Links adicionales:
- Columna de Guy Sorman en el diario El Mundo
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