29 de noviembre de 2010

Proyecto Memoria Social: Cuatro considerandos y una invitación

(*) Esta invitación fue redactada en conjunto con Daniel Bello y Oscar Landerretche.
Considerando:
1. Que atendidas las oportunidades, dificultades y miserias del proceso de renovación de la izquierda y la  centro-izquierda chilena (hablaremos de la oposición de ahora en adelante para ahorrar espacio), y atendido que este proceso será dominado por lo que Schumpeter llamaba destrucción creativa, en la actualidad vemos más fuerzas destructivas que creativas. Esto es quizás un proceso natural en las organizaciones humanas, pero como la destrucción suele ser más rápida que la creación, creemos que llegó la hora de empezar a hacer cosas constructivas, para que cuando retornen los vientos de la buena onda y las circunstancias se vuelvan más favorables, tengamos una base sobre la cual podamos seguir creando, y avanzando con determinación hacia la construcción de una coalición nuevamente enraizada en la sociedad y verdaderamente funcional a sus intereses.
2. Que el proceso de renovación ha estado curiosamente centrado en dos discusiones muy naturales pero de un carácter evidentemente elitista: sobre quiénes son los nuevos líderes de la oposición (y si son suficientemente nuevos o si son culpables de esto o lo otro) y sobre cuáles son los mecanismos institucionales de los partidos políticos y la principal coalición política de nuestro sector. Sin embargo, no vemos que haya una discusión sobre la renovación de la base política, de sus prácticas y prioridades. Y como la renovación y revitalización de la base requiere de cierta infraestructura, proponemos hacer algo al respecto. 
3. Que el proceso de renovación que tenemos que hacer todos en la oposición contiene una curiosa dualidad. Primero, requiere de cosas nuevas: atención a nuevos problemas públicos, nuevas políticas, nuevos enfoques de análisis.... etc.; pero por otro lado requiere de cosas viejas: viejas convicciones, viejas consecuencias, viejas historias, viejas técnicas políticas... etc. Esta combinación de lo viejo y lo nuevo, hace que la reducción de la discusión sobre el recambio a un problema de edad sea poco útil e incluso un poco autodestructivo. Lo que proponemos es una manera particular de combinar el pasado y el futuro, haciendo un rescate de algo que, a nuestro juicio, le está faltando a la oposición, y que es una valiosa fuente de mística y de sentido.  
4. Que uno de los problemas que constatamos en la oposición es su creciente elitismo cultural cuando tradicionalmente tanto la izquierda como la centro-izquierda chilena se caracterizó por años por un fuerte colectivismo cultural. Necesitamos activamente crear acciones políticas que rescaten el aporte y la valía de los militantes y adherentes de la base. El minuto en que la historia del socialismo y la democracia cristiana chilena se convirtió en una historia de líderes y caudillos, fue el momento en que se enfermó por dentro. Lo que proponemos es una manera de fomentar una deselitización de nuestra cultura política. 
La invitación es la siguiente:
Proponemos entonces el establecimiento de un sitio web, construido de manera colaborativa, que se llame “Memoria Social”, usando la comunidad elquintopoder.cl como plataforma de lanzamiento de la idea, articulación de los/las voluntarios/as y difusión de lo logrado. El sitio web sería una especie de wikipedia especializada que se dedique a rescatar la historia de los dirigentes sociales locales y anónimos que construyeron la izquierda y centroizquierda chilena, pero que no aparecen en los libros ni en las películas que la élite hace de sí misma.
Buscamos a los pioneros. Buscamos a la primera dirigente feminista de Talca, el primer dirigente gay de Puerto Montt, la primera ambientalista de Iquique, el dirigente indígena de Temuco, el sindicalista heroico de Alto Hospicio, el dirigente poblador de La Serena, el que escondió libros en la dictadura, el que escondió niños de presos políticos, el que defendió en tribunales al sindicalista despedido, el que juntó fondos para la huelga, la que juntó firmas para defender un humedal, los que gastaron las suelas haciendo educación popular... etc. Cualquier persona podrá postular estas historias a través del sitio web, las que una vez revisadas y documentadas serán parte de esta galería de grandes personas que ayer y hoy construyen con su ejercicio y ejemplo cotidiano un país más justo.
Ahora bien, queremos hacer esto con una metodología que permita hacer justicia a las historias de todos estos ciudadanos, compañeros y camaradas. Esto implica que será necesario establecer un equipo de trabajo (un consejo ampliado) de personas con las competencias adecuadas para llevar a cabo esta labor: periodistas, sociólogos historiadores de profesión, diseñadores gráficos, desarrolladores web, etc., de todas las edades y de todos los niveles de experiencia, y que vivan en las 15 regiones de Chile.  Lo que les pediríamos es ser parte de un sistema de postulación, verificación y documentación de casos para ese sitio web. Si quieres ser parte de esta otra reconstrucción, sólo debes manifestar tu voluntad adhiriendo a la acción “Reconstruyamos la Memoria Social de Chile”.
Creemos que este será un paso importante –de muchos que esperamos dar en el futuro- por la senda correcta, aquella que nos permitirá restablecer los nexos con la base social sobre la que debe erigirse cualquier proyecto político, que es en definitiva la que le da fuerza, sentido, una razón de ser; base social que nos brindó un pasado sumamente rico y nos proyectará hacia el futuro.   
¡Esperamos que muchos de ustedes se sumen a esta causa!

15 de noviembre de 2010

Pobreza y lectura: el aporte de las bibliotecas públicas en Chile

Foto: Biblioteca Pública de Cerro Castillo (Torres del Paine, Magallanes)

Termina la Feria Internacional del Libro de Santiago y con ella por un buen tiempo la preocupación de los medios por los índices de lectura en nuestro país. Aprovechando la resaca, me doy un tiempo y profundizo en esta entrada –como comprometí en la anterior- el análisis de una de las variables medidas en la versión 2010 de Chile y los libros, presentada por Fundación La Fuente y Adimark hace unos días: el posicionamiento de las bibliotecas públicas y su rol en el fomento de la lectura.

El dato duro: el 6,8% de la población sería socia de alguna biblioteca, cifra que se ha mantenido estable desde el 2006, año en que marcó un 6,5%. Dentro de ese porcentaje hay de todo: socios de bibliotecas municipales (las públicas), universitarias, comunitarias, del Metro (Bibliometros), escolares, de los malls y móviles. A menor nivel socio-económico y menor nivel educacional, menor relación con las bibliotecas, concluye el reporte. De todas, las únicas que crecen en forma sostenida desde la medición de 2006, son las públicas, pasando del 36,7% al 45,4% de aquellos que señalan ser socios de una biblioteca.

Sin embargo, este dato, positivo en un contexto de baja membresía  en general, merece ser precisado. Según los datos técnicos de la muestra 2010, las 1.001 personas entrevistadas fueron mayores  de edad pertenecientes a grupos socioeconómicos ABC1, C2, C3 y D (ver este enlace para conocer en detalle cómo se conforman los grupos según esta segmentación). Desconozco las razones para no considerar el grupo E, que reúne a las personas con los menores ingresos familiares (y tradicionalmente marginados de los estudios de mercado, que son los que utilizan este tipo de segmentación), pero al analizar el perfil de los socios de bibliotecas, influye de manera fundamental en los resultados del estudio.

Según un estudio encargado por el programa BiblioRedes, en el año 2008 el 46,5% de los usuarios de las bibliotecas públicas provenía de grupos familiares con ingresos inferiores a $200.000, lo que los hacía de manera clara integrantes del grupo E (cuyo ingreso familiar es variable y está en torno a las UF 10). Un 21,2% pertenecía a familias con ingresos mensuales inferiores a $ 120.000. Extrapolando estas cifras, se puede afirmar que de los 9 millones de prestaciones (préstamos de libros a domicilio y lectura en sala) realizados por las bibliotecas durante ese año a sus usuarios, aproximadamente 4,5 millones tuvieron como beneficiarios personas de escasos recursos. 1 de cada 2 usuarios de bibliotecas provienen de familias con pobres o indigentes, grupo no considerado en la muestra del estudio de la Fundación La Fuente.

Adicionalmente, llama la atención en la muestra de Chile y los libros 2010, una sobrerrepresentación del grupo ABC1, que pesa un 32,7%, tres veces más que en el conjunto de la sociedad chilena. Quizá por ello, las bibliotecas universitarias aparecen en lugar destacado –si bien menor que en mediciones anteriores- en membresía, toda vez que en ese segmento el acceso a la universidad es más alto.

No puedo dejar de referirme a otro dato que requiere a mi juicio cierta revisión, al igual que el bajo porcentaje de usuarios de Internet que mencioné en la entrada anterior (cifra quizá influida por la sobrerrepresentación en la muestra de la población mayor de 56 años): el relativo a los usuarios del Bibliometro, que si bien se recupera respecto del año 2008, sigue estando por debajo de la medición 2006 (un 9,5% frente al 13,0% de hace cuatro años). El año 2009, aumentaron tanto las horas de atención en sus módulos, así como se agregaron cinco nuevos puntos de atención, pasando de 11 a 16 las estaciones con presencia del Bibliometro. El resultado: un 25,6% de aumento en los préstamos respecto al año 2008 (ver página 77 del Balance Gestión Integral de la Dibam 2009). Me atrevo a afirmar que puede estar influido este dato por el mismo sesgo que afecta a la membresía de bibliotecas públicas, si bien no tengo para el Bibliometro datos de perfil socioeconómico de sus usuarios.

Más allá de esta ausencias, que creo impiden rescatar a cabalidad el trabajo realizado por las bibliotecas públicas de la red coordinada por la Dibam, hay otras cifras del estudio de la Fundación La Fuente que ameritan ser atendidas. El 48,7% de los encuestados dijeron desconocer que en sus comunas existían bibliotecas públicas. Hay en esto un tremendo potencial de crecimiento, toda vez que con el Programa de Construcción de Bibliotecas Públicas llevado adelante durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, se alcanzó el 100% de cobertura en el país: en todas las comunas del país hay a lo menos una bibliotecas pública.

Que prácticamente la mitad de la población desconozca su existencia habla de la necesidad de redoblar los esfuerzos en difusión y marketing, en especial entre los segmentos poblacionales que menor relación tienen con la lectura. Las bibliotecas públicas podrán, de esa manera, sumar aún más al desafío de aumentar el índice de lectura en nuestro país, contribuyendo desde su experiencia y formación como intermediarias entre lectores y lecturas.

Pero es fundamental, como bien han apuntado Lavinia Reyes y Teolinda Higueras en sendas entradas en elquintopoder.cl, que se legisle a favor de las bibliotecas públicas. De nada sirve atraer más público a las bibliotecas si éstas no se encuentran entre las prioridades de los gobiernos locales, si no cuentan con el personal en cantidad suficiente y con niveles adecuados de remuneración, si la infraestructura no es mejorada. Mucho se ha hecho en los últimos veinte años, pero sobre la base de voluntades. Seguir creciendo en base a apretones de mano y declaraciones de buenas intenciones es riesgoso.

Todo indica que hay potencial para que el sistema de bibliotecas públicas siga creciendo y desarrollando la lectura en Chile desde su arena –un complemento a lo que necesariamente debe realizar el sistema escolar. Aumentar los niveles de lectura en nuestro país es una de las claves para la superación de la pobreza, y cuando de pobreza y lectura hablamos, las cifras confirman que la biblioteca pública es un actor importante. La ley de biblioteca pública debe entenderse, por tanto, como parte de una política social.
------------------------
Actualización 15/11 a las 11:54 am. Gracias a Alejandro Barros corrijo información sobre la segmentación según GSE. El link que usé ayer como referencia era muy genérico y entregaba una información equivocada: el grupo F no existe, siendo el E el último.

9 de noviembre de 2010

Oportunidades y mitos sobre la lectura en Chile

Algo está pasando con la lectura en Chile. Cada vez son mayores los recursos que se invierten, cada vez es mayor la valoración social (por lo menos aparente) que se le da, pero los índices no crecen, sino que estancan o retroceden.

Esta es la conclusión general que uno obtiene tras leer la nueva versión del estudio Chile y los libros, que en el contexto de la Feria Internacional del Libro de Santiago 2010, la Fundación La Fuente y Adimark han hecho pública. Esta medición, que corresponde al presente año y es la tercera usando la misma metodología (las anteriores fueron en 2006 y 2008), se ha convertido en un referente, entre otras cosas por la ausencia de métricas sostenidas en el tiempo realizadas por el Estado. A los que nos interesa el tema, sin duda debemos agradecer el trabajo y el rigor con la que se realiza, porque nos entrega elementos para fundamentar propuestas, contrastar miradas y evaluar lo realizado.

En esta primera reflexión que el estudio me provoca, quiero detenerme en las tendencias generales, en los grandes números del fenómeno de la lectura. Esas cifras que indican que entre el año 2006 y el 2010, el número de no lectores aumentó del 44,9% al 52,8%. Paralelamente, los lectores ocasionales, esos que leen al menos una vez al año, cayeron del 34% al 21,2%. Ambas cifras no permiten alegrarse por el aumento (de 21,1% a 26%) de los lectores frecuentes, que son los que leen una vez a la semana o más. Más teniendo presente que en este grupo, predominan personas de nivel socioeconómico alto o medio alto, los que tienen mayor capital cultural y mejor educación.  El 70,9% de las personas con estudios superiores se definen lectoras, frente al 38,1% de los que tienen educación media incompleta o el 35% en el caso de los que tiene educación básica incompleta.

A raíz de esto, Marco Coloma, en una entrada que publicó hoy en su blog, se pregunta si no estaremos presenciando el crecimiento de otra desigualdad, la de la distribución del capital cultural. La pregunta tiene validez, pero para su respuesta es necesario construir una fotografía más amplía sobre el consumo cultural, en la que el índice de lectura es una variable más. Por lo demás, la relación entre ingreso económico y nivel de educación con el hábito lector (y el consumo cultural en general) no es nueva.

Regresando a las cifras generales del estudio de la Fundación La Fuente, planteo tres elementos para construir una hipótesis sobre el escenario presente y una posible salida futura.

Hacia un nuevo índice

Este índice asocia de manera principal el hábito de la lectura a los libros, que si bien sigue siendo el eje principal, su excesivo protagonismo en la metodología puede estar escondiendo parte de la fotografía. Se aborda el consumo cultural que se realiza a través de Internet y por primera vez se introduce en la encuesta el conocimiento y lectura de e-books (¡todo un acierto!), pero no se apuesta por la construcción de un índice conjunto de la lectura en distintos soportes y formatos. Esto ya lo están haciendo los editores españoles desde el primer cuatrimestre de este año, comprendiendo que el fenómeno de la lectura está cambiando de la mano de un lector que está modificando su hábito. Al ser aplicado por primera vez, el índice de lectura en España pasó del 55% al 91%. Significativamente, el 81,2% de los españoles entre 14 y 24 años leen en formatos digitales.

¿Qué está ocurriendo en Chile? Esta es una pregunta que requiere bucear y procesar los datos duros de la encuesta, para saber si lectores de libros y navegantes de Internet son un mismo grupo. No obstante, llama la atención un dato: sólo el 36% de los encuestados dice ser usuario de Internet, cifra muy inferior a la arrojada, entre otros, por el estudio WIP Chile de la Universidad Católica, que ya en el 2008 apuntaba que los usuarios de Internet en Chile llegaban al 48%.

Comparto algo que Mario Waissbluth señala en el análisis del estudio de la Fundación: el uso conversacional de los más de 17 millones de dispositivos móviles y celulares que hay en Chile (que no es medido como uso de Internet en esta encuesta) está consumiendo cada vez más tiempo de los chilenos. ¿”Ocurre lectura” en ese uso? Mi experiencia empírica así lo indica, aunque no es una lectura tradicional y que requiere ser estudiada cualitativamente para aprovechar su potencial. ¿Cómo se puede aprovechar esa inmensa cantidad de horas/persona para el fomento de la lectura?

La trayectoria de largo plazo y el techo del libro tradicional

El punto anterior me lleva a pensar que la lectura en Chile, considerada de manera casi exclusiva como lectura de libros, ha tocado techo. Concuerdo con Nivia Palma, quien en una carta al director publicada en El Mercurio, sostiene la necesidad de mirar la trayectoria completa de la curva en los últimos 20 años: en este lapso, se dobló el número de lectores, pasando del 25% al actual 47,2%. Sin embargo, el retroceso de un 8% entre 2006 y 2010, obliga a revisar estrategias y reconocer que el salto que esperamos en el índice difícilmente ocurrirá sólo sobre la base de lectura de libros, por lo menos en su formato tradicional, para el que un 74,4% de los no lectores manifiestan no tener tiempo o interés.

El abrumador desconocimiento y casi nula lectura de e-books, plantea una oportunidad que debe ser explorada, pero con un rigor que evite caer en la tentación de creer que un cambio tecnológico producirá milagrosamente la revolución en el hábito lector de los chilenos. En este sentido, recomiendo seguir los resultados que está teniendo Territorio Ebook, la experiencia que la Fundación Germán Sánchez Ruiperez está llevando adelante. Ya está arrojando luces sobre cómo integrar esta nueva oportunidad en escuelas, universidades y bibliotecas.

Hacia una red de intermediación en la lectura

Por último, un elemento que espero desarrollar más en una próxima entrada:  ¿cómo se consolida una red de personas e instituciones intermediadoras entre los lectores (actuales y potenciales) y la lectura? En un mundo con una oferta creciente de lectura, en la que abundan personas sin las adecuadas competencias de lectura o niveles bajos de alfabetización informacional, el acompañamiento en la lectura (una arista de la dimensión social de la lectura) adquiere cada vez más un papel insoslayable. En esto, por cierto, la escuela y la biblioteca escolar juegan un rol de primera importancia, toda vez que el hábito lector sostenible (ese construido desde el placer y no desde la imposición) libra sus principales batallas en los primeros años de la educación formal preescolar y escolar. Lamentablemente, el universo de este estudio parte desde los 18 años, por lo que sigue siendo una incógnita la lectura no obligatoria entre los menores de edad.

Pero lo que si arroja este estudio es un dato relevante: el porcentaje de personas que son socios de bibliotecas (en general) se ha mantenido estable (pasando de un 6,5% el 2006 a un 6,8% el 2010), pero dentro de ese grupo crece significativamente el porcentaje de socios de las bibliotecas municipales (las públicas) de un 36,7% el 2006 a un 45,4%, confirmando una tendencia ya vista en el estudio del 2008. Hay acá otra oportunidad que requiere ser mirada con detención, asumiendo que la lectura ocurre en un ecosistema de lugares e intermediaciones que cuanto mayor sea su nivel de articulación, mayor será el impacto. En este punto, recomiendo leer la entrada publicada ayer por Lavinia Reyes sobre la necesidad de contar con una ley de biblioteca pública, que busca precisamente consolidar y proyectar el aporte que realiza la mayor red pública de acceso a la lectura en Chile.

En suma…

Sí, definitivamente, algo está pasando con la lectura en nuestro país. Es una invitación a descubrir los nuevos escenarios, revisar las estrategias y consolidar lo bueno que se ha hecho. A mi juicio, la alternativa de rasgar vestiduras sobre un Chile que lee cada vez menos puede llevar a la construcción de un nuevo mito: el de una sociedad que dejó de leer, basado en aquel que -sin datos en la mano- proyecta la imagen de un país que leía.

4 de noviembre de 2010

Este también es un blog bielsista


Sumándome a la declaración de mi estimado Claudio Ruiz, reafirmo acá lo que hace tiempo vengo diciendo en otros lados: este es un blog bielsista.

Es más, es un blog que cree en la Iglesia Bielsista de la Selección Reconvertida. Una fe que hoy ha dado un paso singular en su destino de catacumba, martirio y redención. Un credo que no es para pusilánimes ni advenedizos, y que desde el momento de la Revelación, esperaba identificar la traición que cerraría el círculo. La paz está con nosotros: Judas se ha delatado.

San Marcelo Bielsa, gracias por los favores concedidos. Amén.