En octubre pasado, tuve la oportunidad de participar en el X Seminario Patrimonio Cultural organizado por la Dibam, que en esta ocasión tuvo como tema "El poder del lenguaje, los lenguajes del poder".
En mi intervención, que fue el último día, me permití explorar una hipótesis: en la sociedad actual, el arquetipo emergente es el hacker, y la ética hacker (según la definición de Pekka Himanen) influye en un cada vez más amplio espectro de nuestro quehacer. El lenguaje no está exento y en cuatro manifestaciones es posible rastrear la influencia de esta actitud hacker en el lenguaje (que en un alto grado es un hackeo a las estructuras de poder que fundamentan las normas de nuestra habla):
1. En la deconstrucción del lenguaje que empuja la exploración de las posibilidades de comunicación de los nuevos dispositivos tecnológicos
2. En el contacto más permanente e intenso que la red nos permite con otras lenguas y culturas
3. En la creciente capacidad que la tecnología nos entrega para descrifrar los lenguajes del poder
4. En la posibilidad de construir -e imponer- colectivamente significados, más allá de lo que dicte la Academia
Un ejercicio preliminar y lleno de borrones el que realicé, pero sobre el que ya incursioné en otras entradas de Cadaunadas. Si quieren desvariar conmigo, revisen la presentación y el documento que comparto vía Slideshare. Desde ya, están invitados a despedazar y atacar sin compasión lo escrito.
En mi intervención, que fue el último día, me permití explorar una hipótesis: en la sociedad actual, el arquetipo emergente es el hacker, y la ética hacker (según la definición de Pekka Himanen) influye en un cada vez más amplio espectro de nuestro quehacer. El lenguaje no está exento y en cuatro manifestaciones es posible rastrear la influencia de esta actitud hacker en el lenguaje (que en un alto grado es un hackeo a las estructuras de poder que fundamentan las normas de nuestra habla):
1. En la deconstrucción del lenguaje que empuja la exploración de las posibilidades de comunicación de los nuevos dispositivos tecnológicos
2. En el contacto más permanente e intenso que la red nos permite con otras lenguas y culturas
3. En la creciente capacidad que la tecnología nos entrega para descrifrar los lenguajes del poder
4. En la posibilidad de construir -e imponer- colectivamente significados, más allá de lo que dicte la Academia
Un ejercicio preliminar y lleno de borrones el que realicé, pero sobre el que ya incursioné en otras entradas de Cadaunadas. Si quieren desvariar conmigo, revisen la presentación y el documento que comparto vía Slideshare. Desde ya, están invitados a despedazar y atacar sin compasión lo escrito.