7 de octubre de 2008

La expansión de la ignorancia

Por Kevin Kelly (*)

La entidad que crece más rápido hoy es la información. La información se está expandiendo diez veces más rápido que el crecimiento de cualquier otro producto manufacturado o natural en este planeta. Según un cálculo realizado por Hal Varian, un economista de Google, y yo, la información mundial ha estado creciendo a una tasa de 66% por año durante muchas décadas. Comparen esa explosión con la tasa de crecimiento de incluso las manufacturas más prolíficas -como el concreto, o el papel- que sólo promedian un 7% anual por décadas.

Vemos la expansión de la información en todas partes. Menos visible, más difícil de seguir, pero explotando al mismo ritmo es la expansión del conocimiento. El número de artículos científicos publicados cada año ha estado creciendo a un ritmo constante por más de 50 años. Durante los últimos 150 años, el número de solicitudes de patentes se ha incrementado. Según esta métrica genérica, el conocimiento está creciendo exponencialmente.

Si el conocimiento está creciendo exponencialmente debiéramos quedarnos pronto sin problemas por resolver. Dada nuestra acelerada tasa de aprendizaje, unos pocos autores han declarado que debemos estar en la era del "fin de la ciencia". Esta afirmación es difícil mantenerla por más de un nanosegundo al tomar en cuenta el actual estado de creencias en la física: el 96% de la materia y la energía en nuestro universo es cierta variación desconocida de lo que llamamos oscuridad. Está claro que "oscuridad" es un eufemismo para para referirnos a la ignorancia. Realmente no tenemos idea de que está hecho el corazón del universo. Encontramos un nivel similar de ignorancia si nos sumergimos en forma profunda en la célula, el cerebro, o incluso la Tierra. Nosotros no sabemos nada.

Pero también está claro que sabemos mucho más del universo de lo que sabíamos un siglo atrás. Este nuevo conocimiento se ha llevado a la práctica en bienes de consumo tales como el GPS y los iPods, y en el crecimiento sostenido de nuestra expectativa de vida. Nuestro beneficioso avance en conocimiento viene de herramientas y tecnologia. Por ejemplo, telescopios, microscopios, fluoroscopios y osciloscopios nos permiten ver en nuevas maneras, y cuando nosotros vemos a través de nuevas herramientas, de repente ganamos muchas nuevas respuestas.

Sin embargo, la paradoja de la ciencia es que cada nueva respuesta genera por lo menos dos nuevas preguntas. Más respuestas, más preguntas. Telescopios y microscopios no sólo expandieron lo que sabíamos, sino lo que no sabíamos. Nos permitieron espiar en nuestra ignorancia. Nuevas y mejores herramientas nos permiten nuevas y mejores preguntas. Todo nuestro conocimiento sobre las partículas subatómicas derivó de nuevas preguntas generadas después de que inventáramos el desintegrador de átomos.

Por lo tanto, aunque nuestro conocimiento se está expandiendo exponencialmente, nuestras preguntas se están expandiendo a una tasa exponencial mayor. Y como los matemáticos les dirán, la brecha en aumento entre dos curvas exponenciales es, en si misma, una curva exponencial. Esa brecha entre preguntas y respuestas es nuestra ignorancia, y está creciendo en forma exponencial. En otras palabras, la ciencia es un método que en lo principal expande nuestra ignorancia en vez de nuestro conocimiento.

No tenemos razón para experar que esto cambie en el futuro. Cuanto más disruptiva es una tecnología o una herramienta, más disruptivas son las preguntas que genera. Podemos esperar que tecnologías futuras tales como la inteligencia artificial, fusión controlada, o computación cuántica (por nombrar sólo algunas en un horizonte cercano) descarguen un aluvión de miles de nuevas y grandes preguntas, preguntas que no hubieramos pensado jamás formular antes. De hecho, es una apuesta segura considerar que no nos hemos hecho aún nuestras preguntas más grandes.

O, por decirlo de otra manera, no hemos llegado aún a nuestra máxima ignorancia.

(*) Traducción de esta entrada de Kevin Kelly, publicada en su blog el 2 de octubre. Kelly es un explorador de los nuevos mundos, un atisbador de los horizontes que la humanidad enfrentará. En Internet lo pueden encontrar en www.kk.org.

Con esta entrada, inicio una nueva práctica de Cadaunadas: incorporar reflexiones de autores/pensadores que sigo y cuyos textos tienen licenciamiento que permiten su libre traducción. No conforme con haber "expoliado" a cinco blogueros que escribieron para Cadaunadas durante su primer aniversario, instalo ahora una "fábrica infinita de entradas" a expensas de la brillantez de otros. ¡Larga vida al licenciamiento abierto!

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