Ocurre. Irremediablemente, ocurre. En encuentros como el II Seminario sobre Información en Internet es imposible que todas las presentaciones sean interesantes y que se mantenga un nivel parejo. Por eso, este tipo de reuniones siempre terminan resultando misceláneas, por la variedad de temas y la diversa calidad con la que se abordan.
Ocurre también que cuando uno revisa el programa días antes del inicio, los títulos de las mesas generan expectativas que, en ocasiones, es dificil sostener cuando se está sentado en el auditorio, recordando cuan entretenido sonaba el título de la presentación que ahora lo está meciendo. Aunque en ocasiones también una presentación sorprende, en la mayor parte de los casos por la capacidad del panelista para generar empatía con la audiencia (ese dificil arte de mezclar en las dosis justas inteligencia, seducción y provocación).
Y en ello, este tipo de encuentros se la juegan, pese a todo el compromiso y dedicación de las comisiones organizadoras, la que en este caso -liderada por Ricardo Rodrigues de IBICT- fue de lujo, con extrema preocupación y hospitalidad con los panelistas invitados.
A mi juicio la única medida justa para evaluar estas reuniones es discernir si contribuyeron a generar reflexiones personales que pueden tener impacto en el quehacer profesional. Y este Seminario me ayudó a pensar en dos temas.
Un primer tema es la necesidad de enfrentar Internet como una oportunidad única para la defensa activa del multilingüismo. Nada nuevo, por cierto, pero que planteado desde la realidad brasileña adquiere una mayor fuerza, por la reafirmación cotidiana de Brasil como una sociedad multicultural. Acostumbrados en Chile al falaz discurso de la homogeneidad cultural, debemos mantener una actitud de mayor autoalerta ante cómo hacemos las cosas quienes tenemos responsabilidades en el ámbito de aplicación de políticas públicas culturales.
Y esto lo escribo desde la autocrítica. Expuse sobre la política de generación de contenidos locales desde las bibliotecas públicas, pero no hay un solo sitio publicado en BiblioRedes en alguna de nuestras lenguas originarias. ¿Qué acciones hemos impulsado en estos años para que las bibliotecas que atienden en zonas de alta presencia indígena promuevan la creación de páginas por parte de nuestros pueblos originarios en sus lenguas? Ninguna. Esta es una deuda que el nuevo BiblioRedes deberá asumir.
Parafraseando a Claudio Menezes, con quien compartí panel, ver la oportunidad que representa Internet para el multilingüismo, también obliga a enfrentar la amenaza implícita: el conflicto entre dos utopías. La utopía cultural del multilingüismo, que promueve al hombre o la mujer capaz de expresarse/entender en múltiples lenguas, frente a la utopía comercial del multilingüismo, donde un conjunto reducido de idiomas sean usados por toda la humanidad, facilitando el intercambio a costa de la riqueza cultural.
Sorprende (más allá de las lecturas ideológicas que se puedan hacer y de la guerra no declarada contra el proyecto de digitalización de Google), la voluntad de la Unión Europea levantando Europeana, la biblioteca, archivo y museo digital de un continente que hace 63 años estaba roto por una guerra y hoy asume su identidad multilinguística. En noviembre lanzarán el prototipo y poco después estará disponible en forma íntegra en las 23 lenguas oficiales de la Unión Europea, lo que entre otras cosas significa dotar a este mega portal de 506 diccionarios bilingües (recomiendo leer la presentación de Jonathan Purday, disponible en el repositorio digital del Seminario).
El segundo tema es también una alerta, en este caso respecto al rol de las bibliotecas públicas (y los bibliotecarios profesionales) en las políticas nacionales de inclusión digital. Quizá porque en el caso chileno la Dibam a través de BiblioRedes ha estado presente desde los inicios de la formulación de las políticas públicas en este ámbito, la alerta no es tan evidente. Pero conocer como ha sido la experiencia brasileña obliga a repensar nuestro rol (más cuando el vigor y empuje desde el sector público parece estar enfocado en otros ámbitos de la agenda y no tanto en la inclusión digital). El momento más debatido del Seminario fue cuando Rodrigo Assunção, del Ministerio de Planificación de Brasil, planteó -ante un auditorio lleno de bibliotecarios/as- que en todos sus años trabajando en el sector público por la inclusión digital, nunca ha percibido interés de las bibliotecas públicas ni los bibliotecarios por asumir este desafío.
Entendiendo a la información como palanca del desarrollo personal y social en el mundo actual, las bibliotecas y los bibliotecarios no pueden abstraerse de su deber principal con la inclusión digital (que es un expresión parcial del verdadero desafío: la inclusión social). Pero esto no puede ser sólo una declaración de principios. Debe traducirse en acciones concretas que presenten ante los tomadores de decisiones a bibliotecas y bibliotecarios como protagonistas de esta transformación, teniendo presente que quienes definen estas políticas en muchas oportunidades tienen un cliché muy arraigado sobre la biblioteca pública y el bibliotecario como profesional de la información. No soy bibliotecario y quizá mi afirmación no caiga bien: su futuro no está en la defensa gremial (que fue la reacción espontánea ante la afirmación de Assunção), sino en demostrar que pueden -y quieren- liderar equipos multidisciplinarios para enfrentar desafíos de alta complejidad social en escenarios de desarrollo tecnológico que obliga a remirar el quehacer de su profesión (como está ocurriendo en todos los ámbitos profesionales).
Por último, comparto algunos datos que espero tener algo de tiempo para conocerlos en mayor profundidad:
- El libro Hypertext 3.0. Critical Theory and New Media in an Era of Globalization, de George P. Landow, y el sitio web relacionado.
- Zotero, un servicio que permite recoletar, administrar y citar correctamente las fuentes en una investigación web (y que se usa como aplicación asociada a Firefox, Netscape o Flock).