Una de las principales lecciones que las movilizaciones sociales de 2011 dejaron es la de una ciudadanía que no quiere seguir siendo un actor pasivo en la política nacional. Ante la incapacidad del sistema político de canalizar y representar las demandas, las personas salieron a la calle para defender sus puntos de vista, demostrando una y otra vez que la manera cómo las grandes decisiones que afectan el interés colectivo se han tomado en las últimas décadas requiere un cambio urgente.
Parte sustancial de este cambio es lento, ya que implica modificar la arquitectura institucional de nuestra democracia (una nueva Constitución o cambiar el binominal, por ejemplo). Pero hay también otros cambios más inmediatos, que no requieren leyes o una redefinición en las reglas formales del juego: basta la voluntad de los actores involucrados. Entre estas modificaciones se encuentra la manera en que las candidaturas a cargos de elección popular gestionan su relación con el electorado. En ello, la tecnología puede colaborar de manera activa, contribuyendo con una mayor integración de la ciudadanía y, de paso, revertiendo la permanente caída en la credibilidad y confianza de la clase política.
En octubre de este año, las elecciones para escoger a las nuevas autoridades en los municipios de Chile tendrán lugar en un escenario sensiblemente distinto al ocurrido en las presidenciales 2009. Para efectos de mi análisis, relevaré tres elementos novedosos. En primer lugar, debutará la inscripción automática y el voto voluntario, rejuveneciendo y entregando dinamismo a nuestro padrón electoral a través de los más de 4.5 millones de nuevos potenciales votantes. En segundo lugar, tendrán lugar las elecciones en un país que ha superado ya largamente el 50% de penetración de Internet. Uno de cada dos electores está conectado a la red, aumentando la tasa cuánto más joven es el grupo etario. Y, en tercer lugar, la inmensa mayoría de quienes son usuarios de Internet, participan en una o varias redes sociales en línea, llegando en el caso de Facebook a ser aproximadamente el 90% de las personas que en Chile acceden a Internet.
Dadas las cifras anteriores, se puede afirmar que como nunca antes, las elecciones municipales 2012 deberán convocar a un electorado significativamente joven, conectado a Internet y que usa de manera intensiva los medios sociales para múltiples dimensiones de su vida cotidiana. Es esperable, entonces, que encuentre ahí la manera de motivarse para votar, para tomar la decisión sobre la candidatura por la cual optarán y, eventualmente, colaborar activamente con ella para que resulte vencedora en las urnas.
Esta realidad impone a quienes serán candidatos/as una nueva forma de hacer las cosas, por lo menos en relación a esa importante fracción del electorado. Si las viejas prácticas (procesos escasamente participativos para tomar las decisiones, poca transparencia, etc.) están en la base del descrédito de la actividad política, ahora las candidaturas tienen la oportunidad de plantearse como espacios abiertos a la creatividad, compromiso y colaboración de sus potenciales votantes. Obliga a reconocer, como punto de partida, que la base de sustentación de las candidaturas va más allá del militante tradicional de un partido político y que, por lo tanto, entregar atribuciones significa delegar poder en personas que valoran su independencia.
Sin duda alguna, todas las candidaturas (en especial las de alcalde/sas) usarán los medios sociales en Internet. Proliferarán los sitios web que permitirán comentarios y las cuentas en Facebook y Twitter. Veremos muchos videos en YouTube y más de alguna etiqueta se moverá entres los Trending Topics asociada a temas de interés local. Conviene tener presente, no obstante, que usar las redes no implica saber aprovechar su real potencial. Abundan los casos de representantes y autoridades que las “entienden” a la antigua usanza: canales unidireccionales de comunicación, al servicio de procesos que informan verticalmente decisiones tomadas por un grupo reducido de personas. El hábito no hace al monje y el html no hace candidaturas abiertas.
¿Cómo se puede aprovechar la tecnología para articular candidaturas abiertas? Hay a lo menos tres ámbitos en los cuales un uso inteligente de los medios sociales puede contribuir: conversación, participación y transparencia.
Conversación. Las decisiones de los electores siempre han tenido lugar en “espacios conversacionales” y en ellas influyen, entre otros factores, la edad, el género, el nivel socio-económico, la raza, los medios de comunicación o el grupo social de referencia (familia, amistades, los compañeros de militancia, etc.). El voto se configura en esa conversación y expresa a través de esa opción (la raya en la papeleta) las expectativas sobre el futuro que el votante tiene. Hasta ahora, esa conversación ocurría en “la fragmentación de la desconexión” y era rescatada estadísticamente por las encuestas y estudios de opinión, que transmiten las grandes tendencias sacrificando, casi siempre, las dimensiones más particulares. Pero hoy, de manera creciente, esa conversación ocurre en “la continuidad de la conexión”, con ciudadanos/as emitiendo juicios de valor político sobre personas y propuestas en tiempo real. De la capacidad de las candidaturas, y en especial de los/as candidatos/as en forma personal, de incorporarse a esa conversación y saber escuchar y hacer suyos los intereses particulares de sus potenciales electores, dependen parte de sus opciones de triunfo.
Participación. ¿Cómo se construirán los programas y propuestas de las candidaturas en las municipales 2012? ¿Tendrán cabida mecanismos innovadores para identificar los intereses y demandas locales de la ciudadanía? Y una vez identificadas, ¿podrá esta última participar en el diseño de la soluciones? Abundarán, no cabe duda, los programas que serán presentados como paquetes cerrados y en muchas comunas los electores quizá no tengan más opción que escoger entre distintas (y previsibles) opciones cerradas. Sin embargo, los medios sociales en Internet permiten, a través de herramientas participativas, generar procesos abiertos para la construcción de propuestas ciudadanas que sean parte central del programa que una candidatura presente ante los electores. En el co-diseño programático, entendido como un llamado concreto a la acción y la entrega de poder a quienes respondan a ese llamado, está una de las claves para generar una mayor sintonía entre la clase política y la ciudadanía, así como una renovación de la confianza en la actividad política.
Transparencia. Internet y los medios sociales han impuesto a la actividad pública nuevos estándares de transparencia. El escrutinio ciudadano sobre las autoridades y representantes es parte de la nueva forma de hacer política. Ante este escenario, las candidaturas pueden optar entre los mínimos de transparencia a los cuales están obligadas por ley o, por el contrario, ir un paso más allá y de manera voluntaria exponer elementos que puedan ser valorados por el electorado que pretende convencer y convocar a las urnas. A la hora de votar, ¿a qué elector no le gustaría saber con detalle las fuentes de financiamiento, los intereses de los/as candidatos/as, la letra chica de las alianzas electorales y otros antecedentes que pueden influir en la realización de los compromisos de resultar electa su opción? Si esa información es conocida a través de la propia candidatura y no por un acto de control ciudadano (una filtración al modo de Wikileaks, por ejemplo), la primera gana en credibilidad.
¿Serán las elecciones 2012 la hora de las candidaturas abiertas? La ciudadanía ha demostrado querer ser parte del juego. La tecnología lo permite. Solo falta la voluntad de quienes quieran dirigir por los próximos cuatro años los municipios de Chile.