El viernes pasado, luego de más de once años en la Dibam, nueve de ellos en BiblioRedes, presenté mi renuncia. Si bien será efectiva a contar del 1 de diciembre, hoy se hizo pública.
Una nueva oportunidad para mi desarrollo profesional es la razón, oportunidad que se materializó a través de una invitación no buscada para integrarme a un proyecto muy atractivo (al que espero referirme en futuras entradas). Me llegó hace unas semanas. El jueves tomé la decisión. El viernes la informé. Y hoy lunes el equipo, mi equipo, supo de ella.
Los últimos han sido días raros.
De alegría por el nuevo rumbo. Recuerdo a Juan Carlos Camus en el VI Encuentro Nacional de BiblioRedes en marzo pasado, hablando de las veces que se ha reinventado profesionalmente. En mi caso, algo parecido. Licenciado en Historia de formación, nunca la disciplina que estudié ha puesto la comida en mi mesa familiar. Aunque, como dice un buen amigo, me dió un conjunto de herramientas para moverme sin problemas morales en otros territorios profesionales. Con la que estoy a punto de iniciar, es mi cuarta reinvención.
Pero, por otro lado, la tristeza de dejar atrás un idea construida entre muchos, una metáfora de equidad que desde el año 2000 empezamos a diseñar y luego hacer realidad a través de las bibliotecas públicas. Nueve años después, cuando BiblioRedes es ya un Programa consolidado, reconocido, más que tecnología, veo rostros, veo equipo, veo ñeque, veo comunidad.
Y veo futuro. Mucho futuro. Pero también veo la necesidad de dar un paso al lado y que sean otros y otras, quienes tomen el timón, conduzcan ese futuro. No es cansancio. Más bien esa coordinación natural que ocurre en los buenos equipos de ciclismo, cuando todos entienden que el liderazgo es una cuestión efímera y que lo importante es la posta sin fin en la cabeza del grupo. De esa manera triunfan.
Duele alejarse de la Dibam. Ha sido un orgullo pertenecer a esta Institución. Sí, lo digo con fuerza, cuando hay un proyecto que pretende hacerla desaparecer. Un honor al que me abrió la puerta María Jesús Egaña, Jefa de Gabinete de Marta Cruz-Coke. Al que Clara Budnik me invitó a contribuir desde las bibliotecas públicas. Y al que Nivia Palma me permitió sumar desde la Coordinación Nacional de BiblioRedes y a través del grupo de trabajo de la Política Digital Dibam.
Le debo mucho a muchos. A mi equipo de los Dibamóviles, proyecto por el que entré en 1998 y a los cientos de funcionarios de la Dibam y en la Subdirección de Bibliotecas Públicas con los que pude colaborar estos años. A María Victoria, María Teresa y a Ricardo. A l@s Coordinadores/as Regionales de Bibliotecas Públicas. A los muchos amigos y amigas e instituciones, con la Fundación Bill & Melinda Gates a la cabeza, que ayudaron a construir el sueño.
Pero, sobre todo, mi deuda es con María Luisa, mi jefa -en el más amplio sentido de la palabra- durante varios años, y con mis compañeros y compañeras en BiblioRedes, desde Visviri hasta Puerto Williams, en la Coordinación Nacional, en los equipos regionales y en las bibliotecas.
A todos, a todas, mil gracias.